Rudy Giuliani. (Foto: Reuters).
Rudy Giuliani. (Foto: Reuters).

¿Es Rudy Giuliani un buen estratega o un torpe empedernido? El abogado personal de generó desconcierto las últimas semanas después de hacer una serie de declaraciones que no dejan del todo bien parado al presidente.

Las palabras de Giuliani, que el año pasado aseguró que la "verdad no es verdad" para explicar por qué Trump no debería testificar ante el fiscal especial Robert Mueller, encargado de investigar la injerencia rusa en las elecciones del 2016, confundieron a analistas políticos y legales.

Y su más reciente serie de comentarios a la prensa, en los que aparentemente dio a entender que hubo colusión del equipo de campaña de Trump con Rusia, entre otras cosas, parecen haber desgastado su apoyo en la Casa Blanca.

Periodistas de Politico y Vanity Fair escribieron el martes que Trump estaba "furioso" y que diversas figuras de poder en la Casa Blanca estaban pidiendo el "despido" de Giuliani.

De todas formas, otros ven un método detrás de la llamada "locura" de Giuliani: que busca socavar el impacto de las acusaciones de Mueller, para evitar la posibilidad de que Trump sea destituido por el Senado.

La estrategia de Giuliani "es política, no legal", escribieron los abogados Mimi Rocah y Joyce Vance en el sitio web de NBC News.

"Nada de lo que hace es para convencer a un juez o un jurado. Está pensado para confundir los temas, para inmunizar a la gente contra las noticias impactantes antes de que lleguen y para retener el apoyo del presidente entre sus bases".

Declaraciones "hipotéticas"

El abogado de 74 años y exalcalde de Nueva York hizo algunas cosas confusas en las últimas dos semanas. En entrevistas, textos y tuits parece haber hecho más avances en la investigación sobre Rusia que el propio Mueller.

Giuliani parece haber admitido que miembros de la campaña electoral de Trump del 2016 confabularon con Moscú.

"Nunca dije que no hubo colusión con la campaña o con la gente de la campaña", dijo a CNN. "Lo dije sobre el presidente de Estados Unidos. No hay una sola evidencia de que el presidente de Estados Unidos" confabuló con Rusia.

Días después declaró a The New York Times que el propio Trump admitió haber buscado negociar una Trump Tower de 100 pisos en la capital rusa hasta el día de las elecciones en el 2016, contradiciendo al mandatario, que había negado haber tenido contactos con Rusia durante la campaña.

Luego Giuliani dio marcha atrás. "No tengo conocimiento de que haya habido colusión con ninguna de las miles de personas que trabajaron en la campaña", señaló tras la entrevista con CNN.

Y el lunes dijo que las declaraciones sobre el proyecto en Moscú "eran hipotéticas y no basadas en conversaciones" que tuvo con el presidente.

Experto en metidas de pata

Las metidas de pata y las marcha atrás fueron habituales en el trabajo de Giuliani desde que accedió a trabajar gratis para el presidente a principios del año pasado.

En los primeros días dijo que Trump dio los fondos para pagar en el 2016 a una mujer que aseguraba haber sido amante del magnate inmobiliario, pese a las negativas previas del mandatario.

Trump argumentó que Giuliani "recién había comenzado y no estaba totalmente al tanto de todo".

Pero el abogado tenía razón y la admisión suavizó el golpe político que generó meses después cuando Mueller mostró que tenía pruebas de que Trump había ordenado el pago.

Otros supuestos errores también amortiguaron las constantes revelaciones sobre Trump y sus asesores. Y le permitieron a Giuliani adelantarse con su repetida frase: "Incluso si es verdad, no es delito", como dijo el lunes a The New Yorker.

De todas formas, sus declaraciones generan más preguntas de las que contestan. Si Mueller, como dice él, no puede acusar a un presidente, ¿está diciendo que hay algo por lo que acusar?

Aspiraciones presidenciales

Pese a que trabaja "pro bono", el éxito de Giuliani en la defensa de Trump podría tener un peso determinante en su reputación, después de décadas en foco como fiscal y político.

Giuliani hizo fama en la década de 1980 como poderoso abogado en Manhattan, donde persiguió a políticos, familias mafiosas de Nueva York y financieros corruptos de Wall Street.

Logró la alcaldía de Nueva York en 1993. Los neoyorquinos amaban su estilo gruñón. Cuando la ciudad sufrió los atentados terroristas del 11 de setiembre del 2001, Giuliani se ganó el reconocimiento en todo el país por ayudar a salvar el espíritu de la ciudad.

La revista Time lo nombró "persona del año" y Oprah Winfrey lo apodó "el alcalde de Estados Unidos", convirtiéndolo inmediatamente en un posible futuro candidato a la presidencia.

Pero cuando le llegó el turno en el 2008 fracasó en su campaña por la nominación republicana.

Giuliani reconoce por eso que representar a Trump podría ser su legado.

"Me temo que estará en mi tumba. 'Rudy Giuliani: él mintió por Trump'", le dijo el lunes a The New Yorker. "Si es así, ¿qué me importa? Estaré muerto. Me imagino que se lo podré explicar a San Pedro".