La guerra comercial con el gigante asiático, con el que Estados Unidos tiene una balanza comercial muy deficitaria, dura desde hace casi dos años.
(Foto: GETTY IMAGES).
La guerra comercial con el gigante asiático, con el que Estados Unidos tiene una balanza comercial muy deficitaria, dura desde hace casi dos años. (Foto: GETTY IMAGES).

El representante comercial estadounidense (ministro de Comercio), Robert Lighthizer, exhortó el lunes a la futura administración de a mantener los aranceles contra China, a pocos días de su asunción como presidente el 20 de enero.

“Transformamos la forma en la que las personas ven a ”, argumentó en una entrevista con el diario The Wall Street Journal.

“Transformamos la forma en la que las personas abordan el comercio y cambiamos los modelos”, añadió.

“Espero que eso continúe” durante el nuevo gobierno, destacó el funcionario de Donald Trump que encabezó una política comercial dura contra Pekín.

La guerra comercial con el gigante asiático, con el que Estados Unidos tiene una balanza comercial muy deficitaria, dura desde hace casi dos años.

En esta entrevista, Lighthizer considera que esta política, que se tradujo por aranceles punitivos a cientos de millones de dólares en productos chinos, benefició a los trabajadores estadounidenses, aunque muchos economistas cuestionan esta conclusión.

El funcionario advierte contra un retorno al diálogo, señalando que esta política iniciada en los años 90 “no logró nada”.

“Solo fue una pérdida de tiempo”, insistió.

Washington denunció durante la era Trump las prácticas comerciales “desleales” de Pekín, que subsidia sus empresas y obliga a las empresas extranjeras a transferir sus conocimientos tecnológicos para poder hacer negocios en el país.

Enfrentada a US$ 370,000 millones en derechos aduaneros, China terminó firmando, hace un año, un acuerdo que incluye un incremento de compras de bienes y servicios estadounidenses por US$ 200,000 millones en dos años.

Pekín también se comprometió a abrir sus mercados financieros y aliviar la presión sobre las empresas estadounidenses para que transfieran tecnología.

La lucha comercial sacudió a los mercados mundiales durante meses, creó un clima de incertidumbre en el mundo de los negocios, hizo más negativa la opinión de los estadounidenses sobre China y redujo los intercambios bilaterales.

La guerra arancelaria no llevó al desastre económico que algunos expertos predijeron. La principal consecuencia palpable para los estadounidenses fue el alza de precio de muchos productos importados.

A inicios de diciembre Biden señaló que pretende seguir firme con China, haciendo frente común con sus aliados históricos como la Unión Europea. Sería un cambio de estrategia más que un cambio de política.