Estados Unidos
Estados Unidos

El gobierno de Trump intenta restablecer la pregunta sobre ciudadanía en el Censo de EE.UU. del 2020, incluso después de que la Corte Suprema dictaminara en su contra y el secretario de Comercio dijera que ya no se harían más esfuerzos para incluir la pregunta.

La legalidad y la viabilidad de esta decisión no están claras, y un juez federal le ha dado a la Casa Blanca un plazo hasta la tarde del viernes para explicar cómo pretende proceder, pero me gustaría dar un paso atrás y considerar algunas preguntas básicas sobre esta debacle un tanto embarazosa.

Incluso si usted es proinmigración, como yo, considero que debería estar de acuerdo en preguntar a los residentes de Estados Unidos si son ciudadanos cuando se realice el censo.

A diferencia de muchos de los que presionan por la pregunta, a mí me gustaría aumentar el flujo de inmigración legal en uno o dos o tres factores.

No obstante, ¿se supone que debemos dejar entrar a los extranjeros (lo que yo prefiero) y otorgarles un camino rápido hacia la ciudadanía (que también prefiero), pero de alguna manera no se nos permita preguntar si son ciudadanos?

Para mí esto aturde la mente.EE.UU. mantuvo una pregunta sobre ciudadanía en el Censo desde 1820 hasta 1950, por lo que es difícil argumentar que la idea sea totalmente inaceptable.

Entiendo las siguientes realidades. Primero, preguntar sobre información de ciudadanía hará que el Censo sea menos confiable, ya que menos personas responderán, generalmente inmigrantes, pero también incluirá algunos ciudadanos actuales y residentes legales permanentes. Un censo preciso tiene un valor pragmático para la formulación de políticas económicas y también para la investigación.

Quizás aún más importante para el debate actual sería saber si la pregunta sobre la ciudadanía puede conducir a un nuevo cálculo de los distritos electorales, de manera que favorezca al Partido Republicano (es probable que los latinos respondan en menor proporción y que se atribuya una menor representación a las áreas de inclinación demócrata).

Además, reasignaría los dólares federales lejos de las áreas de inclinación demócrata.Si usted es demócrata, no partidario de Trump, o quizás simplemente se horrorizó por los motivos republicanos partidistas detrás de la medida para incluir la pregunta sobre ciudadanía, probablemente no pueda convencerlo de que es una buena idea.

No obstante, me gustaría sugerir otra forma de enmarcar el debate, una que por lo menos podría hacerlo menos reacio a que la pregunta encuentre su camino de regreso al Censo, ya sea en 2020 o después.

¿Realmente desea que su opinión esté tan íntimamente relacionada con la actitud de que la ciudadanía es algo que debe ocultarse? Me sentiría avergonzado si mi propia estrategia política implicara que mantengo una visión fija —respaldada por un fuerte componente moral— que no me permita preguntar a las personas sobre su ciudadanía en el formulario del Censo.

Pensaría que de alguna manera lo haría, aunque solo fuera a largo plazo, pero cometería un gran error político por descansar así en el destino de mi partido que insiste en no consultar a las personas sobre su ciudadanía.

No preguntar acerca de la ciudadanía parece implicar cierta actitud hacia los inmigrantes, algo como: dejémoslos entrar y cruzar la frontera, su estatus puede ser variado y su existencia furtiva, y no hablemos tan abiertamente sobre lo que está sucediendo y después intentaremos conseguir la ciudadanía para todos ellos.

Debido al desacuerdo actual entre los dos partidos en temas de inmigración, esta podría ser la única forma de recibir a más inmigrantes dentro de Estados Unidos, lo que considero un objetivo deseable. Pero esa es una elección peligrosa en el terreno político y puede que no ayude a la causa a favor de la inmigración a largo plazo.

El racionalista en mí prefiere un debate abierto sobre permitir que más personas entren legalmente. Los países que sí permiten el ingreso de porcentajes especialmente altos de inmigrantes legales, como Canadá y Australia, asumen posiciones bastante duras para controlar sus fronteras.

Ambos países preguntan sobre la ciudadanía en sus censos. Cuando los ciudadanos sienten que controlan el proceso, pueden ser más generosos en términos de abrir la frontera.

EE.UU. necesita más inmigrantes por razones que van desde lo cultural a lo fiscal y lo económico. Pero mientras siga recibiendo inmigrantes de manera tortuosa y no totalmente legal, el debate sobre una mayor inmigración legal seguirá fracasando. Los estadounidenses no se enfrentarán a la necesidad de aumentar las cuotas legales porque las llegadas ilegales son un sustituto imperfecto.

El debate sobre la inmigración iría mejor si el enfoque se desplazara hacia los derechos legales, públicamente reconocidos para la ciudadanía, que luego se declararán abiertamente en respuesta a las consultas gubernamentales. Me gustaría ver que el partido proinmigración, hoy los demócratas, adopte este cambio.

Incluso aunque a corto plazo pierdan algunos escaños, renuncien a algunos dólares federales y tengan que aceptar un golpe a su orgullo.

Por Tyler Cowen

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.