Estados Unidos (Foto: Pixabay)
Estados Unidos (Foto: Pixabay)

Por Bill Dudley

A medida que aumenta la ansiedad ante una recesión, la gente está cada vez más preocupada por la capacidad de respuesta de la

 Estoy en desacuerdo con la premisa: no espero una recesión para este año, y cuando llegue, creo que será lo suficientemente leve como para que la Fed lo maneje.

Tres factores parecen estar impulsando los temores de recesión. En primer lugar, los datos recientes -como el escaso crecimiento del empleo y las débiles ventas minoristas- han mostrado que la economía de está perdiendo cierto impulso. Segundo, la reciente alteración de la curva de rendimiento del Tesoro, es decir, algunos rendimientos de bonos a largo plazo cayeron por debajo de los rendimientos a corto plazo.

Esto es significativo porque las inversiones en la curva de rendimiento históricamente han anunciado recesiones en EE.UU. Tercero, la expansión económica actual se está prolongando demasiado: en pocos meses será la más larga en la historia de EE.UU.

No obstante, yo diría que el riesgo de recesión sigue siendo bajo. Por un lado, ciertas áreas de preocupación son cada vez menos relevantes.

Las condiciones financieras han remontado a medida que el mercado de valores se ha recuperado de su caída de diciembre.está estimulando con fuerza su economía nuevamente. Y desde mi punto de vista, es probable que EE.UU. y China pronto lleguen a un acuerdo comercial. Esto ayudaría a disipar la incertidumbre que ha estado causando que las empresas aplacen la inversión.

Más allá de eso, las preocupaciones sobre una inversión en la curva de rendimiento son injustificadas. Estos miedos serían más convincentes si la Fed causara la inversión al ajustar la política monetaria.

Eso no está sucediendo, según demuestran las relajadas condiciones financieras de EE.UU. La curva de rendimiento es plana porque los inversionistas están más preocupados por la debilidad económica y la deflación que por un aumento inesperado de la inflación. Los bonos son vistos como una buena cobertura para las acciones en caso de que la economía caiga en recesión.

También me consuela que la parte más importante de la economía de EE.UU., el sector doméstico, se encuentre en muy buena forma. Los ingresos se han acelerado, impulsados por las ganancias laborales y salariales. Las finanzas del hogar son relativamente fuertes: los niveles de deuda crecieron lentamente durante esta expansión, y los pagos de deudas representan la parte más pequeña de los ingresos en muchas décadas.

Finalmente, el gasto gubernamental está aumentando, gracias al alza del año pasado en los límites presupuestarios federales discrecionales. Esto aumenta la demanda y estimula la actividad económica.

Por todo lo dicho, no creo que los temores de recesión se desvanezcan rápidamente. Por un lado, es probable que el crecimiento económico sea muy lento en el primer trimestre, limitado por el cierre del gobierno, la incertidumbre comercial, los retrasos en las devoluciones de impuestos y quizás algunos problemas técnicos relacionados con el ajuste estacional.

Y, todavía hay algunas áreas de incertidumbre: las tensiones comerciales con China podrían aumentar y los aranceles podrían incrementarse; la inflación podría acelerar más de lo esperado, lo que presionaría a la Fed a elevar aún más las tasas de interés; el Congreso podría no extender el aumento de los límites de gastos discrecionales, lo que obligaría al gobierno a recortar las inversiones.

Además, existe un área de vulnerabilidad que podría exacerbar cualquier recesión: la deuda corporativa. Durante esta expansión, las compañías se han movido hacia arriba, pidiendo dinero prestado para recomprar acciones y permitir deliberadamente que sus calificaciones crediticias disminuyan.

Como resultado, se ha registrado un gran aumento en la cantidad de deuda calificada como "BBB", una parte significativa de la cual podría caer en territorio de chatarra cuando llegue la próxima recesión. Un gran aumento en la cantidad de bonos basura podría causar indigestión ya que este mercado es pequeño en relación con el tamaño del mercado de deuda con grado de inversión. Esto podría provocar una crisis crediticia que exacerbaría los problemas de estas compañías.

Además, la ley de recortes de impuestos y empleos hizo que la economía de EE.UU. se volviera más vulnerable de dos maneras importantes. Primero, las compañías que pierden dinero en una recesión ya no pueden obtener reembolsos contra sus pagos de impuestos de años anteriores. En segundo lugar, la legislación impone límites a la deducibilidad de los intereses. A medida que caen las ganancias, tales restricciones se vuelven más vinculantes.

A pesar de estos problemas, no espero que la próxima recesión, cuando se produzca, sea tan dura como la última. Las desaceleraciones asociadas con las crisis financieras tienden a ser particularmente dolorosas, y creo que EE.UU. han hecho lo suficiente para evitar que se repita el desastre de 2008. Por esto, es más probable que el país experimente una caída simple que la Fed debería ser capaz de manejar.

Incluso si el banco central tiene menos margen para los recortes de tasas, si la tasa máxima de los fondos federales es del 3% o menos, tiene muchas otras herramientas -como predicciones a futuro y flexibilización cuantitativa- para estimular la economía en caso de que sea necesario. Y, el aumento en el endeudamiento de la nación no descarta el uso del estímulo de la política fiscal.