Donald Trump
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El presidente ha llegado a sugerir que posee "una varita mágica" capaz de producir un crecimiento económico inesperadamente robusto. No sé si se trata de una varita mágica, pero Trump tiene razón sobre la solidez de la economía: este es un genuino auge. Y la mayor amenaza para ese auge es la agenda política del presidente.

Primero, demos crédito cuando corresponda. La solidez de la economía no es simplemente una continuación de las tendencias a largo plazo, como afirman los críticos del presidente. Antes de las elecciones, los expertos no partidistas predecían un crecimiento mediocre en el mejor de los casos, con una estimación que sugería un crecimiento del PBI de alrededor del 1.75% hasta el 2025.

Tales predicciones tenían sentido. Era inevitable que la economía se desacelerara a medida que se afianzaba la recuperación de la Gran Recesión. Sin embargo, la economía no ha mostrado señales de desaceleración.

De hecho, está en camino de alcanzar las promesas del presidente, contenidas en el primer presupuesto de la administración, de un crecimiento del PBI del 3% y un crecimiento del empleo de 10 millones en ocho años. (El ex secretario del Tesoro, Larry Summers, escribió que el presupuesto era tan creíble como las "hadas de los dientes y la absurda economía del lado de la oferta").

El crecimiento interanual del PBI ha avanzado del 1.3% en el segundo trimestre de 2016 al 2.9% en el segundo trimestre del 2018, y casi con certeza superará un 3% en el próximo trimestre. Mientras tanto, la economía ha agregado más de 3.8 millones de empleos desde que Trump asumió el cargo, una tasa que agregaría hasta 18.4 millones de nuevos empleos en ocho años.

Sin embargo, cuando se trata de inversión, los números cuentan una historia diferente. Al adentrarnos en los detalles del auge, los peligros de las políticas de Trump se vuelven más claros.

Un gráfico del indicador más oportuno del gobierno sobre inversión empresarial se parece a uno del precio del petróleo, que alcanzó su punto máximo en julio del 2014, cayó abruptamente a lo largo del 2015 y tocó fondo en enero del 2016.

A primera vista, esto también podría parecer una buena noticia para la Casa Blanca. Trump cumplió la promesa de un predominio de la energía y un fuerte apoyo para la industria del petróleo y el gas. Desde que se convirtió en presidente, a la industria le ha ido bastante bien.

La explosión de la producción de petróleo y gas en la cuenca del Pérmico ha sido fenomenal y tiene el potencial de reestructurar los mercados. Sin embargo, los productores han tenido cada vez más dificultades para llevar sus productos al mercado. La fuente de los cuellos de botella es doble: escasez de infraestructura —principalmente de oleoductos— y escasez de mano de obra.

El costo del acero en un solo ducto puede llegar a cientos de millones, y los aranceles del presidente han aumentado ese costo. Cualquier nueva restricción comercial, incluidas las cuotas o las disposiciones de "comprar productos estadounidenses", podrían aumentar significativamente los costos, ya que algunos de los aceros de alta calidad necesarios para la construcción no se fabrican en Estados Unidos.

Los oleoductos son proyectos de miles de millones de dólares cuya viabilidad está ligada a su retorno a 30 años. La incertidumbre en el costo de la construcción hace que la inversión actual sea menos probable y la escasez futura sea más probable.

También hay incertidumbre sobre los trabajadores. La industria del petróleo y el gas requiere trabajadores que estén dispuestos a migrar a lugares remotos para realizar trabajos físicamente exigentes. A medida que el mercado laboral se ajusta cada vez más, los trabajadores nacionales son más difíciles de encontrar. Esto es doblemente cierto para los trabajadores de más edad, muchos de ellos con problemas de salud, que aún luchan por volver a la fuerza laboral.

Estos déficits podrían aliviarse a través de una mayor inmigración. Pero la administración muestra poco interés en permitir más inmigración legal, incluso mientras toma medidas enérgicas contra la inmigración ilegal. Esto agrava la escasez de mano de obra, especialmente en estados fronterizos como Texas.

En conjunto, las políticas de comercio e inmigración del presidente amenazan con frenar o sofocar el auge de la inversión impulsado por la exploración de petróleo y gas. Si no tiene cuidado, sus acciones podrían revertir las tendencias que él mismo está ansioso por promocionar.

Por Karl Smith

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.

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