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El gobierno de ha preparado el escenario para un experimento económico con su gran estímulo fiscal de ciclo tardío, pero la agenda comercial de la administración amenaza con socavar el proceso apenas comience.

Se prevé que las rebajas tributarias y los aumentos del gasto incrementarán un imprudente déficit federal de presupuesto para el 2019 que superará el billón de dólares. Con la economía operando cerca del pleno empleo, el ímpetu adicional del gasto deficitario podría generar un sobrecalentamiento de la inflación. La de EE.UU. respondería con un rápido aumento de las tasas de interés que desencadenaría una recesión. El estímulo fiscal por lo tanto acorta la expansión.

Hay buenas razones para participar en este experimento. En primer lugar, no conocemos la extensión de la holgura excesiva que pudiera persistir en el . El bajo crecimiento de los salarios y la inflación, a pesar de una caída en la tasa de desempleo, alentó a que la Fed redujera en los últimos años su estimación del empleo a más largo plazo.

Tal vez sean posibles nuevas disminuciones, o podría haber una oportunidad para un crecimiento procíclico en la participación en la fuerza de trabajo. Además, mercados laborales ajustados pueden inducir a las empresas a invertir en capital que ahorre más en mano de obra, impulsando la productividad. Hacer funcionar la economía sobrecalentada podría desencadenar un auge del lado de la oferta.

Otro factor a favor de este experimento es el bajo nivel de inflación. Y, lo que es más importante, que las expectativas de inflación permanecen bien ancladas. En todo caso, las autoridades del banco central se han preocupado de que las expectativas de inflación vayan bajando.

Con tal telón de fondo, la Fed tiene espacio para permitir que este experimento se ejecute. El gasto deficitario adicional también puede eliminar las tasas de interés reales negativas, ya que un déficit presupuestario estructural podría ayudar a aliviar la escasez mundial de activos seguros.

Finalmente, los socios comerciales de EE.UU. sirven como una válvula para aliviar la presión sobre la economía estadounidense si el impulso de la demanda se ve exigido más allá de la capacidad nacional. El exceso de la demanda interna puede "externalizarse" en forma de un aumento de las importaciones, lo que aumenta el déficit comercial. El déficit comercial permite por lo tanto un margen de error al limitar el exceso de presión sobre los recursos nacionales. Esto limitará las presiones inflacionarias y reducirá el riesgo de una política monetaria agresiva.

El estímulo fiscal de ciclo tardío no es necesariamente imprudente. Si ha existido un momento correcto para llevar a cabo este experimento, eso podría ser ahora. Podría prolongar la vida de esta expansión y dejar a la Fed mejor preparada para la próxima recesión.

El gobierno Trump, sin embargo, podría cambiar fácilmente las probabilidades en contra de este resultado. El presidente Donald Trump estaría considerando supuestamente imponer elevados aranceles a las importaciones de acero y aluminio de un 24% y un 10%, respectivamente. Es difícil exagerar la destructividad de una política de este tipo.

En los últimos años, el acero importado ha correspondido a más del 30% del consumo de EE.UU. Un arancel elevado impondrá indudablemente mayores costos a una gran parte de la economía estadounidense.

Si bien las siderúrgicas se beneficiarán de los mayores precios, las manufacturas sufrirán en general. Los fabricantes de productos desde automóviles hasta lavadoras sentirán el dolor: en el caso de estas últimas, se contrarrestará el beneficio de los recientes aumentos arancelarios. Los nuevos aranceles también pueden ser contraproducentes de otras maneras.

Los fabricantes tendrían un incentivo para externalizar su producción a fin de aprovechar los precios más bajos de los materiales en otros países. La industria de la construcción, que también es un fuerte usuario de acero, estaría bajo presión para traspasar costos más altos a los consumidores.

Nuestros socios comerciales globales podrían tomar represalias, lo que limitaría las oportunidades para las exportaciones estadounidenses. Con esta administración, hay una buena probabilidad de que cualquier represalia se encuentre con nuevas restricciones comerciales.

Trump cumplió la promesa de reducir el déficit comercial. Cumplir con esta promesa de cara a un auge económico inducido por estímulos solo reducirá las perspectivas de crecimiento de EE.UU. al agravar las limitaciones del lado de la oferta en la economía, forzar mayores tasas de inflación y poner a la Fed en una posición de asfixiar el crecimiento o dejar que aumenten las presiones inflacionarias. Ambos resultados harían que fracase el gran experimento de la política fiscal.

Por Tim Duy

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.