Donald Trump. (Foto: AFP).
Donald Trump. (Foto: AFP).

La economía estadounidense está sufriendo un impacto mayor a lo previsto por culpa de la paralización parcial del Gobierno, indicaron estimaciones de la , mientras los demócratas en el Congreso rechazaron la invitación del presidente para hablar del asunto.

La suspensión de actividades de parte del Gobierno federal entró el martes en su día 25, sin que Trump ni los líderes demócratas en el Congreso mostraran indicios de ceder en la iniciativa que lo motivó: la financiación del muro que el mandatario prometió construir en la frontera con México.

Trump invitó a un grupo bipartidista de miembros del Congreso para almorzar a las 12:30 hora local  para hablar sobre la situación, pero la Casa Blanca dijo que los demócratas declinaron asistir a la cita. Se esperaba que asistieran nueve republicanos.

El mandatario insiste en que el Congreso destine US$ 5,700 millones para construir el muro, mientras unos 800,000 trabajadores federales no reciben sus sueldos durante el tiempo que dure la paralización parcial.

"Es hora de que los demócratas se sienten a la mesa y logren un acuerdo", dijo la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders.

Los líderes demócratas en la Cámara de Representantes aseguraron que no pidieron a sus colegas que boicotearan la cita con Trump, aunque sí presionaron a los invitados para que consideraran si las conversaciones serían productivas o solo servirían para sacarse una foto con el presidente. "Estamos unidos", dijo el líder de la mayoría en la Cámara, Steny Hoyer.

El gobierno de Trump había calculado en un principio que la paralización costaría un 0.1 de punto porcentual al crecimiento económico cada dos semanas que pasen sin que los empleados reciban su paga.

No obstante, el martes se actualizó la cifra: un 0.13 de punto porcentual cada semana por el impacto del trabajo que queda sin hacer por parte de 380,000 empleados licenciados, así como las labores dejadas de lado por contratistas federales, dijo un funcionario de la Casa Blanca.

El cierre parcial es el más largo en la historia de Estados Unidos y sus efectos han empezado a sentirse en todo el país.

En algunos aeropuertos se están formando largas filas de viajeros ante la ausencia de muchos agentes de seguridad, se han reducido las inspecciones de alimentos y medicamentos y los granjeros -afectados por recientes disputas comerciales- no han podido recibir ayuda federal.

Trump se presentó a la presidencia en el 2016 con la promesa de construir un muro para detener la inmigración ilegal y el narcotráfico. Asimismo, sopesó la posibilidad de declarar una emergencia nacional para evitar al Congreso y garantizar la financiación, pero esta semana dio marcha atrás en esta idea, que provocaría un desafío en los tribunales.

Los demócratas, que se hicieron este mes con el control de la Cámara de Representantes, rechazan el muro, pero apoyan otras medidas de seguridad fronteriza.

Los legisladores demócratas han aprobado varias leyes para financiar la cuarta parte de las operaciones federales que están paralizadas, pero el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, aseguró que no se estudiará ninguna legislación que no vaya a firmar el mandatario.

McConnell, que se ha mantenido bastante alejado de la disputa pública por el cierre, acusó el martes a los demócratas de "contorsiones acrobáticas" para evitar negociar.