Donald Trump.
Donald Trump.

El consejero de seguridad nacional de Estados Unidos, , dijo que las nuevas sanciones del país contra Venezuela buscan derrocar finalmente a .

Esta semana en una conferencia en Lima, Perú, Bolton señaló que las sanciones apuntan a empresas que siguen haciendo negocios con el régimen déspota de Maduro, poniendo en riesgo su acceso a los mercados estadounidenses. Es el mismo tipo de castigo impuesto a Irán y Cuba.

Bolton no lo mencionó, pero los verdaderos objetivos de estas sanciones son Rusia y China, países a los que Venezuela adeuda miles de millones. Impedido de vender su petróleo en el mercado mundial debido a las sanciones que afectan a la petrolera estatal venezolana, Maduro paga sus deudas actualmente con despachos de crudo.

Las nuevas restricciones, sin entran en vigencia, incluso prohibirán esas operaciones. Fernando Cutz, otrora alto funcionario del Consejo de Seguridad Nacional en los gobiernos de Donald Trump y Barack Obama, afirma que “le estamos diciendo a los rusos y a los chinos que ya no les pueden pagar”.

El problema es que la orden ejecutiva que emitió Trump el 5 de agosto deja en manos del secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, en consulta con el secretario de Estado, Mike Pompeo, la designación de las petroleras rusas y chinas que reciben crudo venezolano. Cutz me comentó que el éxito de la estrategia de Trump depende de la voluntad del Departamento del Tesoro de entregar nombres.

Si la historia reciente nos sirve de referencia, Mnuchin no actuará rápidamente. Ha sido una voz contraria a las sanciones en general dentro del gobierno, en particular contra China y Rusia. En junio aconsejó a las empresas estadounidenses buscar excepciones a la orden ejecutiva que prohibía la mayoría de las transacciones realizadas con el gigante chino de las telecomunicaciones Huawei. El Departamento del Tesoro negoció también este año un acuerdo con el oligarca ruso Oleg Deripaska que le permitió desprenderse de sus empresas y evitar sanciones de EE.UU.

Asimismo, Rusia y China tienen enorme ventaja sobre EE.UU. en materia de negociación. Para China, está el recrudecimiento de la guerra comercial. China mostró esta semana que puede responder con medidas que pueden hundir el mercado bursátil estadounidense. Rusia, en tanto, tiene algo que decir en Siria, donde EE.UU. pide a Turquía no cumplir con amenazas de atacar a los kurdos sirios que se han aliado con EE.UU. en los últimos años contra el Estado Islámico.

Entonces, con el tiempo estas nuevas sanciones podrían parecer más bien insignificantes. Considere, a modo de comparación, las sanciones contra las exportaciones de petróleo iraní. En mayo, el gobierno de Trump anunció el fin de las exenciones para China y otros cuatro países. Pero China sigue recibiendo crudo desde Irán.

Tal vez la mejor manera de entender las nuevas sanciones es verlas como una forma de mensaje político. El momento es importante. Funcionarios estadounidenses pierden la paciencia con las conversaciones entre el régimen de Maduro y el gobierno de Juan Guaidó, el hombre a quien EE.UU. y otros 50 países reconocen como presidente encargado de Venezuela. Funcionarios estadounidenses señalan que el anuncio busca presionar a los delegados de Maduro a fin de que inicien negociaciones reales sobre una transición en el poder.

Es una meta válida, pero no es la mejor manera de fortalecer la mano de Guaidó. Se necesita ser más creativos. Una forma de presionar a Maduro es estableciendo un fondo internacional para el gobierno interino de Guaidó, con el fin de que comience a prestar algunos de los servicios que el régimen de Maduro no puede brindar. Trump también puede pedir al Pentágono que ayude a facilitar que los venezolanos promedio accedan a internet y evadan las iniciativas del régimen orientadas a monitorear y controlar ese acceso.

También es posible que Mnuchin tenga toda la intención de usar la nueva orden ejecutiva para lanzar una ofensiva contra las entidades rusas y chinas que colaboren con Maduro. Pero si no actúa, entonces las sanciones de esta semana servirán solo para irritar a los adversarios de EE.UU. y serán otro revés para la credibilidad estadounidense.

Por Eli Lake

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.