Michael Cohen. (Foto: AFP).
Michael Cohen. (Foto: AFP).

Michael Cohen, otrora abogado personal de , supo ser la encarnación de la lealtad al mandatario estadounidense, listo para "recibir una bala" por su jefe. Pero desde agosto, se ha convertido en el testigo más temido del caso contra el presidente, pues sus confesiones pueden atestarle un duro golpe.

En tres meses, Cohen, de 52 años, ha dejado atrás el papel del hombre de confianza que fue durante diez años para el magnate de bienes raíces de Nueva York, y ha revelado a los investigadores todo lo que sabía sobre los dudosos negocios de Trump.

Hasta entonces, este empresario que conoció a Trump al prestarle sus servicios después de comprar apartamentos en sus edificios, había sido su mejor confidente.

Admirador del magnate desde la escuela secundaria y ferviente lector de su éxito de ventas "The Art of the Deal" (El arte de la negociación), había demostrado una lealtad irreprochable durante el ascenso político de su jefe, y se imaginaba como futuro asesor legal en la Casa Blanca.

Impulsado como vicepresidente de la Trump Organization, con un salario anual de US$ 500,000, este amante de los autos finos asumió los trabajos más difíciles como amenazar a los periodistas que se mostraban demasiado interesados en los lados oscuros de un jefe cuyo imperio se basa en la autopromoción.

Un "pitbull"

"Si alguien hace algo que no le gusta al señor Trump, hago todo lo que está a mi alcance para resolverlo en beneficio" del presidente, dijo Cohen a ABC News en el 2011. Y agregó: "Si haces algo mal, voy a atacarte, agarrarte por el cuello, y no te dejaré ir hasta que termine".

Esta feroz devoción, mezclada con un gusto por el lujo y el dinero, le hizo ganar a Cohen, hijo de una enfermera y un médico de origen polaco sobreviviente del Holocausto, el sobrenombre de "pitbull" de Trump, y lo llevó al lado equivocado de la ley.

Las primeras experiencias profesionales del joven Cohen, nacido el 25 de agosto de 1966 en un suburbio de Nueva York cerca del aeropuerto John F. Kennedy, ya mostraban una inclinación por los negocios cuestionables.

Al salir de la facultad de Derecho en Lansing, Michigan, una de las menos calificadas del país, se especializó en accidentes con lesiones personales, uniéndose al grupo de abogados conocidos como "cazadores de ambulancias" por su rapidez para ofrecer sus servicios a las víctimas.

Con su esposa de origen ucraniano, invirtió luego en licencias de taxi en Nueva York y Chicago, en la era "pre-Uber", cuando aumentó su valor y la mitad de los taxis amarillos olían a mafia.

Admitió a las autoridades fiscales que había ocultado unos 4 millones de dólares en ingresos relacionados con sus negocios de taxis.

Al servicio de Trump, intervino para silenciar a dos mujeres, la actriz de cine porno Stormy Daniels y la exmodelo de Playboy Karen McDougal, quienes amenazaron, durante la campaña presidencial de 2016, con revelar su supuesta conexión amorosa con el multimillonario.

Declaraciones comprometedoras

Fue poco después del espectacular allanamiento en su oficina y su casa en abril que Cohen, decepcionado por no haberse unido a la Casa Blanca, comenzó un giro de 180 grados.

En agosto, reconoció haber pagado a Daniels y McDougal un total de US$ 280,000 por su silencio, admitiendo que había violado las leyes de financiamiento de campañas, que prohíben que una persona contribuya a éstas con más de US$ 2,700.

Pero además involucró al presidente, enfatizando que realizó estos pagos "a pedido suyo".

Cohen también se convirtió en un testigo clave en la extensa investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre una posible colusión entre el equipo de Trump y Rusia durante la campaña presidencial de 2016.

En noviembre, admitió que sus contactos con Moscú para promover un proyecto inmobiliario con la Trump Organization continuaron mientras la campaña ya estaba muy avanzada, en contra de lo que había dicho en el Congreso. Y también reconoció haber sido contactado a finales de 2015 por un ruso que propuso una cooperación "política" con el equipo del republicano.

Estas confesiones, comprometedoras para el presidente estadounidense, han reavivado las posibilidades de una posible destitución o acusación contra Trump en caso de no reelección en el 2020.

A sus amigos les gustaría ver a este padre de dos estudiantes como una víctima de su lealtad al presidente, pero los fiscales de Nueva York creen que actuó más por codicia y necesidad de valorarse a sí mismo.

Reclaman para él una "condena sustancial de prisión" de unos cuatro a cinco años.

Cohen, quien ya no puede ejercer como abogado, espera haber hablado lo suficiente como para obtener una sentencia indulgente.