guerra comercial
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Durante buena parte de dos décadas, Estados Unidos y la Unión Europea se han enfrentado ante la Organización Mundial del Comercio por los fabricantes de aviones Boeing Co. y Airbus SE.

A través de demandas y contrademandas se han denunciado subvenciones estatales ilegales. A los dictámenes del árbitro de comercio mundial le siguieron más quejas y amenazas de gravámenes; y, aun así, los argumentos continúan sin señales de resolución.

Ahora que EE.UU. y China se han sumido en una oleada de aranceles, la incapacidad de EE.UU. y la UE para resolver su disputa ofrece una lección clave para la creciente guerra comercial: va a ser larga y difícil.

Si bien el presidente Donald Trump ha hablado principalmente sobre la balanza comercial, el conflicto con China es más profundo; EE.UU. lo ha planteado como una batalla por las industrias tecnológicas del siglo XXI, y la estrategia explícita del presidente Xi Jinping para transformar a China en un líder global en áreas como inteligencia artificial, robótica y vehículos de nueva energía.

Ese es un desafío directo para EE.UU., que afirma que Pekín está utilizando métodos como las transferencias de tecnología forzadas y el apoyo ilegal del gobierno para perseguir sus objetivos. El problema, en lo que respecta a buscar una resolución, es que la estrategia "Made in China 2025" de Xi es fundamental para las ambiciones de China.

Una cosa es persuadir a un país para que compre más soja o importe más autos, y otra cosa es lograr que negocie su futuro económico con un rival estratégico.

"El éxito de Airbus fue considerado crucial para la estrategia industrial europea, y la UE simplemente no iba a ser disuadida", dijo Edward Alden, miembro principal del Consejo de Relaciones Exteriores, especializado en competitividad económica, comercio y política migratoria de EE.UU. "China está casi en la misma posición".

Pekín rechaza las acusaciones de EE.UU. y advirtió que no negociará con "un cuchillo en la garganta". Wang Shouwen, viceministro de Comercio, dijo recientemente que Pekín no fuerza las transferencias de tecnología, pero sí se reserva el derecho de exigir a las empresas extranjeras que operan en ciertos sectores que establezcan empresas conjuntas con empresas nacionales, como lo permiten las normas de la OMC.

En cualquier caso, Pekín no es el primero en apoyar industrias clave. Los gobiernos de Japón y Corea del Sur hicieron lo mismo para impulsar el surgimiento económico de sus naciones, mientras que el plan "Industria 4.0" de Alemania adoptado en 2013 sirvió de inspiración para "Made in China 2025".

Batalla en la OMC
Y luego tenemos a EE.UU. y la UE. Su lucha de 14 años se encuentra entre las más largas y caras de los 23 años de historia de la OMC. EE.UU. lanzó la primera salva en el 2004, y la OMC finalmente descubrió que la UE otorgó a Airbus subsidios que violan las normas de la OMC. Mientras tanto, la UE había presentado su propio caso que resultó en una sentencia que señala que los programas de incentivos fiscales federales y estatales de EE.UU. beneficiaban injustamente a Boeing.

Ambas partes dicen que han cumplido con las resoluciones de la OMC, y ahora están peleando por si realmente lo han hecho. La UE ha dicho que eliminó los subsidios fuera de norma, pero en mayo la OMC dictaminó que no los había eliminado para varios modelos de aviones de fuselaje ancho de Airbus. EE.UU. ha amenazado con aranceles de represalia.

A fines de este año, otro panel de la OMC emitirá su decisión sobre si EE.UU. ha cumplido con los términos de una resolución de 2012 que indica que sus exenciones fiscales le dieron a Boeing una ventaja injusta.

En otras palabras, la saga continúa.

"Sin precedentes"
Aunque el gobierno de Trump ha utilizado a la OMC para presentar algunas de sus quejas contra China, considera que la disputa Airbus-Boeing demuestra que la OMC es lenta, ineficaz y, en última instancia, inservible. Los que defienden una línea dura en comercio en Washington DC prefieren los aranceles unilaterales para castigar a China.

Se espera que la disputa entre EE.UU. y China sea mucho más complicada que la batalla entre EE.UU. y la UE, dado el sistema de gobierno de China, el modelo de desarrollo dirigido por el estado y la falta de transparencia, dijo Stephen Olson, investigador de la Fundación Hinrich y exnegociador comercial de EE.UU.