(Foto: Bloomberg)
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Ante un repunte de la inflación en medio de una economía en franca recuperación, la debatirá esta semana cuándo empezar a atenuar su política de mantener las en mínimos históricos.

Será un debate tenso y probablemente se extenderá varios meses. Pero lo cierto es que las presiones inflacionarias han intensificado la atención sobre el banco central estadounidense para evitar una predisposición al alza de precios.

Si los clientes empiezan a anticipar precios más altos, bien podrían actuar en consecuencia, como comprar rápido antes de que suban aún más, y ello podría impulsar todavía más la inflación.

La Fed está en un dilema: por un lado, la inflación está superando los pronósticos emitidos a comienzos de año, aunque la institución insiste en que se trata de un fenómeno transitorio, más producto de una escasez de la oferta en medio de una voraz recuperación. Por otro lado, las contrataciones están por debajo de lo fijado por el presidente de la Reserva, a fines de abril.

En ese entonces, Powell declaró que prefería esperar hasta que haya “una serie” de reportes mostrando por lo menos 1 millón de empleos nuevos por mes. El mercado laboral no ha llegado a ese nivel, aunque las cifras de nuevas vacantes en lo que va de año han batido récords.

Debido a la incertidumbre económica causada por la vacilante reapertura de negocios tras la pandemia de coronavirus, es poco probable que el banco central anuncie alguna medida importante el miércoles, cuando se reúne su junta directiva.

Lo más probable es que mantenga las tasas de interés casi en cero y que siga comprando US$ 120,000 millones al mes en bonos del Tesoro e hipotecarios. De esa manera, mantendrá bajas las tasas de interés a largo plazo, estimulando el crédito y las compras.

Pero también es probable que el comité directivo de la entidad empiece a discutir el cronograma y el mecanismo para reducir gradualmente la compra de bonos. La manera en que se anunciará eso al público es un tema delicado. Si la Fed lo hace antes de lo anticipado, podría estremecer a los mercados.

Así ocurrió en el 2013 cuando el entonces titular de la institución, Ben Bernanke, sugirió que el banco podría ir disminuyendo la compras de bonos “en las próximas reuniones”. Eso fue antes de lo que esperaban los operadores y se dispararon los rendimientos de los bonos a largo plazo.