Por Jonathan Bernstein
Escribí una columna con consejos para Donald Trump cuando ganó las elecciones del 2016. Allí sugería que encontrara un jefe de Gabinete con experiencia y que apoyara sus esfuerzos en la organización de una nueva Administración. Trump, por supuesto, nunca logró ni lo uno ni lo otro.
El presidente electo, Joe Biden, no necesita mis consejos sobre cómo establecer la Casa Blanca, por lo que pasaré directamente a una recomendación que Trump nunca necesitó: independientemente de sus intenciones, Biden debería actuar en los próximos dos años como si, de manera absoluta y segura, fuera a postularse para un segundo mandato.
¿Por qué? Sencillamente porque los presidentes no reelectos no tienen la misma influencia que los presidentes de primer mandato que tienen en la mira una campaña de reelección.
Si un presidente está en una boleta electoral, todos los miembros de la Cámara y un tercio del Senado estarán a su lado en la boleta electoral, y los miembros de su propio partido saben que cualquier daño que sufra también los perjudicará.
Con un presidente no reelecto, en cambio, burócratas, líderes de grupos de interés, gobernadores y funcionarios internacionales saben que pueden esperar y probar sus posibilidades con el próximo presidente, mientras que los esfuerzos para unificar al partido se complican por la competencia sobre una nominación abierta.
Si Biden no se va a postular en el 2024, cuando cumpla 82 años, tendrá que informar al partido en algún momento para que pueda llevarse a cabo un concurso de nominaciones. Pero después de noviembre del 2022, tras las elecciones a mitad de mandato, habrá tiempo suficiente.
Ahora, todo esto se complica un poco por uno de los otros objetivos de Biden, que es que la nación regrese a la política normal. Por lo tanto, no debe emular a Trump y comenzar formalmente su campaña tan pronto como asuma el cargo. Como se dieron cuenta los presidentes anteriores, hacer campaña abiertamente años antes de las elecciones es una mala idea porque rinde parte de la ventaja simbólica del cargo de jefe de Estado.
Los presidentes inteligentes se dan cuenta de que el cargo no es solo representar a todo un país, sino también una fuente de influencia dentro del sistema. Así, Biden debería ser relativamente sutil al fingir que se postulará para un segundo mandato. Igual, ese es exactamente el tipo de pretensión saludable que los políticos profesionales deberían ser capaces de lograr.
Ah, y ya que estoy en estas... Ron Klain para jefe de Gabinete. Solo digo.