Estados Unidos
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El veterano presentador de noticias de televisión Tom Brokaw hace poco causó un gran revuelo cuando exhortó a los hispanoamericanos a "trabajar más duro en la integración" y a "asegurarse de que todos sus hijos hablen inglés".

Brokaw dio marcha atrás después del alboroto, pero muchos considerarán que su disculpa fue forzada. Sus comentarios tienen el desafortunado efecto de perpetuar el mito de que los hispanos no se están integrando a la sociedad estadounidense, especialmente entre aquellos que ya están inducidos a creer que la inmigración es un problema.

Solo para empezar, los datos muestran de manera convincente que los hispanos han adoptado el inglés a un ritmo muy acelerado. Una encuesta de Pew del 2016 concluyó que el español es el idioma dominante para solo el 19% de los hispanos de 18 a 25 años; el resto son bilingües o solo hablan inglés.

El censo del 2000 reveló que los jóvenes hispanos de segunda generación hablaban inglés aproximadamente al mismo ritmo que los jóvenes inmigrantes europeos de segunda generación.

Además, la cantidad de hispanos que hablan inglés ha aumentado desde el 2000:

El porcentaje de quienes solo hablan inglés también está aumentando: entre los hispanos de 5 a 17 años, fue aproximadamente el 37% el 2014.

El idioma es importante, porque facilita la creación de relaciones personales. La comunicación mutua ayuda a formar las importantes redes de negocios mediante las cuales las personas encuentran trabajo, desarrollan negocios, obtienen clientes para sus negocios y aprenden acerca de una gran variedad de oportunidades económicas.

En su libro "Barrios to Burbs: The Making of the Mexican American Middle Class", la socióloga Jody Agius Vallejo ilustra cómo las mentorías, los programas para estudiantes dotados, las asociaciones empresariales y otros tipos de contacto personal están ayudando a los mexicoamericanos, el grupo más grande de hispanos-americanos, y el que comenzó con las desventajas más económicas: escapar de la pobreza.

Ese avance es visible en las estadísticas económicas: el ingreso medio de los hogares hispanos ha aumentado en los últimos años y se situó en el 74% de los hogares blancos en el 2017. Un estudio del 2018 realizado por los economistas Raj Chetty, Nathaniel Hendren, Maggie Jones y Sonya Porter confirma que no se trata de una ilusión estadística y que la movilidad hispana es más alta incluso de lo que sugieren las cifras promedio.

Un hispanoamericano cuyos padres se encuentran en el percentil 25 de la distribución del ingreso, calculan, alcanzará en promedio el percentil 43, una tasa de movilidad casi igual a la de los blancos y los asiáticos-americanos nacidos en Estados Unidos.

Durante mucho tiempo, la movilidad se vio oscurecida por la llegada continua de nuevos inmigrantes de bajos ingresos procedentes de México y otros países latinoamericanos. Sin embargo, en los últimos años, la inmigración hispana ha descendido en forma dramática. En el caso de México, esa inmigración incluso se ha revertido:

Junto con los datos de Chetty y otros, esto implica que los hispanoamericanos continuarán cerrando la brecha de ingresos con sus pares blancos en los próximos años.

El fin de la inmigración hispana a gran escala acelerará la integración de otras maneras. En su libro "Replenished Ethnicity: Mexican Americans, Immigration and Identity", el sociólogo Tomás Jiménez, de la Universidad de Stanford, sostiene que las continuas oleadas de migración mexicana son responsables de reforzar las fronteras étnicas entre los mexicoamericanos y otros grupos estadounidenses. Un efecto similar podría ser válido para otros hispanoamericanos.

Sin embargo, a medida que disminuye la inmigración, esos límites se están difuminando. Una reciente encuesta de Pew revela que entre las personas de ascendencia hispana de 18 a 35 años, el 14% ni siquiera se identifica como hispano. Para aquellos de la cuarta generación o más, ese número aumenta a 56%.

hispanos
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Gabriel Rossman, sociólogo de la Universidad de California, señala que es muy difícil para las marcas de productos y servicios dirigirse a los latinos nacidos en Estados Unidos porque sus gustos culturales son extremadamente similares a los de otros estadounidenses.

Deborah Schildkraut, científica política de la Universidad Tufts, descubrió que la percepción de identidad estadounidense y la noción de lo que significa ser estadounidense son casi idénticas entre los hispanoamericanos y otros grupos.

Por supuesto, eso no significa que los hispanos simplemente cambien, mientras que otros estadounidenses permanecen igual. En su libro de 2017, “The Other Side of Assimilation: How Immigrants Are Changing American Life”, Jiménez cuenta cómo los grupos estadounidenses más establecidos cambian su cultura y amplían sus horizontes en función de sus relaciones personales con los grupos de inmigrantes recién llegados. La integración no es una servil conformidad con las normas blancas, sino un proceso bidireccional en el que Estados Unidos cambia con cada grupo nuevo que llega.

Quizás el acto de integración más reciente es el matrimonio mixto, algo que avanza a un ritmo vertiginoso:

De los hispanoamericanos de 18 a 35 años de la tercera generación o más, el 58 por ciento está casado con alguien que no es hispano.
Brokaw, curiosamente, parece pensar que este matrimonio mixto es lo que está molestando a algunas personas:

"Además, cuando presiono un poco más a las personas, dicen: ’Bueno, no sé si quiero nietos morenos’ ... Eso también es parte de eso. Es el matrimonio mixto que se está generando"[.]

Bien puede tener razón. Los que están más molestos por la ola de inmigrantes hispanos que han cambiado la demografía estadounidense durante las últimas cuatro décadas probablemente no quieran más integración con los recién llegados; le tienen miedo a eso. Pero a medida que pasan las generaciones, y a medida que avanza la integración de los hispanoamericanos con el resto del país, esa actitud se convertirá en un recuerdo desagradable, tal como ocurrió con legiones de inmigrantes en el pasado.

Por Noah Smith