Fentanilo mexicano
Fentanilo mexicano

Aaron Francisco Chávez se tomó al menos una pastillita azul en una fiesta de Halloween antes de quedarse dormido para siempre. Pasó a ser otra víctima fatal del que es traído de contrabando desde México, un nuevo y lucrativo negocio para las bandas de narcotraficantes que ha hecho que el pase a ser el principal causante de sobredosis letales en Estados Unidos.

Otras tres personas en la fiesta tomaron también pastillas conocidas como el “”, pero fueron salvadas porque se llamó a la policía, que les dio naloxona, una medicina que anula los efectos del opioide. El tratamiento, no obstante, llegó demasiado tarde para Chávez, quien falleció a los 19 años de edad.

Los cuatro pensaron que estaban tomando oxycodona, un opioide mucho menos fuerte, según estiman los investigadores. La muerte de Chávez y muchas otras, según las autoridades, reflejan la crisis generada por el fentanilo, que se está haciendo sentir con fuerza en Arizona y otros estados fronterizos con México. Las muertes causadas por el fentanilo se triplicaron en Arizona entre el 2015 y el 2017.

“Es lo peor que he visto en 30 años, los estragos que causa en las familias”, comentó Doug Coleman, agente especial de la oficina antidrogas (DEA, por sus siglas en inglés) a cargo de Arizona. “La crisis del crack no fue tan grave”.

Hay más muertes por sobredosis de fentanilo que de heroína en Arizona.

La familia de Chávez dice que el muchacho trabajaba como ayudante de cocina y soñaba con ser chef. Estaba tratando de enderezar su vida tras pasar un tiempo en prisión por robo.

Otras víctimas fatales de estas pastillas que se venden por entre 9 y 30 dólares cada una fueron un pítcher de 17 años de una escuela secundaria de un suburbio de Phoenix y dos atletas de 19 años, amigos del alma, que vivían en Prescott Valley. Los padres de uno, Gunner Bundrigk, dijeron que la muerte de su hijo dejó “un vacío en nuestros corazones”.

El consumo de pastillas en las fiestas “es mucho más común de lo que pensamos”, expresó el teniente Nate Auvenshine, de la policía del condado de Yavapai. “Hay menos estigma en el consumo de pastillas que en inyectarse algo en el brazo. Pero una de estas pastillas puede contener suficiente fentanilo para tres personas”.

Las pastillas tienen una “M” de un lado y el número “30” del otro para pasar como oxycodona verdadera. Irrumpieron en Arizona en los últimos años como el nuevo producto del cartel de Sinaloa, de acuerdo con el teniente de la policía de Tucson Christian Wildblood.

El fentanilo que mató a Chávez fue una de unas 1,000 pastillas que trajo el año pasado a Nogales, Estados Unidos, una mujer que cobró 200 dólares por su transporte y le dio dos a Chávez en la fiesta, según documentos presentados en los tribunales. No se sabe si el muchacho se tomó las dos o una.

En el mismo sector, las autoridades estadounidenses anunciaron el mes pasado la mayor confiscación de fentanilo en la historia: unos 115 kilos (254 libras) escondidos en un cargamento de pepinos, una cantidad suficiente como para matar a millones de personas. Valuada en 3.5 millones de dólares, la mayor parte vino en polvo y había aproximadamente un kilo (2 libras) en pastillas.

Las píldoras generalmente son fabricadas en condiciones muy primitivas, con aparatos comprados online, y la cantidad de fentanilo en cada pastilla puede varias mucho, según Wildblood.

“No hay control de calidad”, expresó.

Tradicionalmente se dijo que el fentanilo que circulaba en Estados Unidos provenía de China, pero en noviembre del 2017 el ejército mexicano descubrió un precario laboratorio de fentanilo en un sector aislado del estado de Sinaloa y confiscó precursores, fentanilo terminado y equipo de producción, lo que dio a entender que la droga está siendo sintetizada del otro lado de la frontera.

La mayor parte del fentanilo que viene de contrabando desde México es un 10% puro e ingresa escondido en vehículos por cruces oficiales de Nogales y San Diego, de acuerdo con información de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza. Sigue llegando además una cantidad cada vez menor de cargamentos de una pureza de hasta un 90% provenientes de China.

Si bien el 85% del fentanilo de México es confiscado en los cruces de San Diego, California, la DEA dijo en un informe del 2018 que las confiscaciones aumentaron en Arizona.

Estadísticas de la DEA indican que las confiscaciones de fentanilo subieron a 202 kilos (445 libras), incluidas 379,557 pastillas, en el año fiscal que terminó en octubre del 2018. En los 12 meses previos se confiscaron 78 kilos (172 libras), incluidas 54,984 pastillas.

La capacidad del cartel de recomponer su producción de fentanilo y de ponerle etiquetas de oxycodona es una de las razones por las que es considerado una de las principales organizaciones delictivas del mundo a pesar de que su líder, el “Chapo” Joaquín Guzmán, está preso en Nueva York, esperando sentencia tras ser hallado culpable de numerosos delitos.

“Si ven un mercado para algo, lo fabrican y lo traen”, señaló Coleman.

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) dicen que el fentanilo es la droga involucrada con la mayor cantidad de sobredosis fatales en Estados Unidos. Las muertes por opioides sintéticos que incluyen el fentanilo subieron más de un 45% entre el 2016 y el 2017, en que representaron unos 28,000 decesos entre las 70,000 sobredosis letales.

El fentanilo fue asimismo el principal causante de muertes por sobredosis en el 2016, año en que falleció el cantante Prince tras ingerir vicodina falsa que contenía fentanilo. La heroína fue la principal causante de muertes por sobredosis los cuatro años previos.

Estadísticas de los CDC revelan que las muertes por opioides sintéticos, sin incluir metadona, mayormente por fentanilo, subieron de las 72 del 2015 a las 123 del 2016 y a 267 en el 2017.

En la primera condena de su tipo en Arizona que vinculó una muerte con la distribución de drogas, una mujer de un suburbio de Phoenix fue sentenciada a 12 años de cárcel por vender tabletas de fentanilo que mataron a un hombre de 38 años.

Y en Tucson, familiares de Chávez se preguntan por qué la mujer acusada de contrabandear las pastillas habría decidido entregarlas en la fiesta, diciendo que eran Percocet, que contiene oxycodona y acetaminofeno, y “algo más”, según los documentos de la fiscalía.

La mujer, Jocelyn Sánchez, negó haber hecho esa descripción de las pastillas. Fue acusada de transportar y transferir narcóticos. Su abogado, Joel Chorny, se negó a hablar del caso.

Apodado “Sonny Boy”, Chávez era el tercero de diez hijos de Leslie Chávez, quien fue traída a Estados Unidos de niña y deportada el año pasado a México, dos meses antes de que él falleciese. En una entrevista telefónica, la mujer dijo que las autoridades mexicanas hicieron arreglos para que el cadáver de su hijo fuese llevado al lado mexicano de la frontera, para que ella pudiese despedirse.

Leslie Chávez dijo que “había oído hablar de estas pastillas que matan gente”, pero jamás pensó que le podía suceder a uno de sus hijos.

Chávez tenía una hija de dos años y a pesar de su condena por robo, “estaba tratando de enderezar su vida, de ser un buen padre” para su hija, dijo su hermana Seanna Leilani Chávez.

A los vendedores de drogas, agregó, solo les interesa el dinero.

“Te venden veneno, se llevan tu dinero, no piensan que pueden matar al hijo de alguien, a un padre, un hermano, un nieto”, manifestó.

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