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Por Timothy A. Duy

La gran noticia del presidente de la , Jerome Powell, la semana pasada no fue tanto que aún advierta la necesidad de más alzas a las tasas de interés a pesar de las señales de problemas en la economía mundial.

Más bien, la sorpresa fue que no cree que la economía de esté encaminada al sobrecalentamiento. La conclusión para los mercados es que no hay ningún impedimento para que la Fed cambie a una postura más expansiva en caso de que la economía se tambalee.

Una Fed ágil y no atada por las preocupaciones inflacionarias inmediatas reduce en gran medida el riesgo de que las guerras comerciales u otras crisis lleven a la economía a una recesión.

Los miembros del banco central no necesitan espacio para revertir una recesión. Solo necesitan espacio para evitar una. Dentro de este marco de política monetaria, es comprensible la respuesta relativamente benigna de los mercados al aumento de los riesgos externos.

Powell también reiteró la posición política básica de la Fed, que es que la economía continúa avanzando a un ritmo que excede su crecimiento esperado a largo plazo.

Ese crecimiento mantiene la presión sobre un mercado laboral ya restringido y pronto enviará la tasa de desempleo a un nivel no se observa desde fines de la década de 1960.

Dada la amenaza de un recalentamiento de la economía en este entorno, la Fed cree que "el argumento a favor de los continuos incrementos graduales en la tasa interbancaria federal es sólido".

Es natural considerar la situación actual como análoga a fines de la década de 1960 y proclamar que la inflación pronto se acelerará hasta niveles inmanejables. Eso es un riesgo. No tenemos muchos episodios de desempleo en estos niveles que sirvan de comparación, razón por la cual la Fed continúa elevando las tasas de interés. Pero la Fed aún no está sobreenfatizando estos riesgos, y en su lugar está tratando de restarle importancia.

De hecho, Powell hizo una serie de comentarios expansivos sobre los mercados laborales y la inflación en su reciente discurso en Sintra, Portugal. Destacó la incertidumbre de las estimaciones de la tasa natural de desempleo, lo que sugiere que el mercado laboral aún no está en pleno empleo ni ha pasado ese nivel.

Destacó la importancia de las expectativas estables de inflación e indicó que, en cualquier caso, esas expectativas han mostrado una tendencia modestamente descendente en los últimos años.

Powell considera que los riesgos a las vulnerabilidades financieras son consistentes con los promedios a más largo plazo. Y está dispuesto a contemplar los posibles beneficios del lado de la oferta de operar un mercado laboral tan activo.

La totalidad de estas observaciones indica que considera que la amenaza de sobrecalentamiento es relativamente benigna. En particular, si las expectativas de inflación están bien ancladas, la Fed puede enfocarse en las consecuencias negativas para el crecimiento a partir de una guerra comercial.

Compare esto con la Reserva Federal de la crisis financiera, que inicialmente se resistió a recortar las tasas de manera agresiva debido a las preocupaciones sobre la inflación.

Pero, ¿tiene la Fed la munición para amortiguar la economía de las crisis negativas? A los comentaristas como el exsecretario del Tesoro de Estados Unidos, Larry Summers, les gusta centrar la atención en la falta de espacio para una respuesta monetaria tradicional ante una recesión.

En el pasado, luchar contra una recesión requería 500 puntos básicos de reducciones de tasas, imposible de replicar cuando las tasas de política están en el rango de 175 a 200 puntos base.

La Fed tiene espacio más que suficiente para replicar las respuestas a la crisis bursátil de 1987 o la crisis financiera asiática de 1997. Incluso se enfrentaron al desafío del colapso del precio del petróleo del 2015 simplemente reduciendo las alzas esperadas de las tasas en el 2016.

Dada la expectativa entre los actores del mercado de que la Fed continuará subiendo las tasas durante el próximo año, simplemente poner pausa a las alzas de tasas sería un poderoso estímulo.

La posible voluntad de los miembros del banco central de cambiar a una postura expansiva puede ayudar a explicar la respuesta benigna global en Wall Street hasta ahora a las amenazas emergentes de un entorno externo más turbulento. Estas incluyen no solo las guerras comerciales, sino también el potencial de una crisis financiera entre los mercados emergentes o la zona del euro.

El riesgo que estos eventos representan para la economía en general sería mayor y más preocupante si la Fed sintiera que tiene las manos atadas de tal manera que no pudiera responder a una recesión.

Este no es el caso. Los actores en el mercado deben saber que la Fed está en condiciones de amortiguar el impacto en caso de que estos riesgos se hagan realidad.

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