opio
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La cumbre del Grupo de los 20 este fin de semana en Buenos Aires sorprendió a muchos chinos.

El fentanilo, un poderoso analgésico 50 a 100 veces más fuerte que la morfina, ocupó el centro de atención, siendo destacado en el comunicado de prensa de la Casa Blanca antes de cualquier mención a otros temas polémicos como el comercio, la transferencia forzada de tecnología y el robo cibernético.

Lo que vino después en los medios de comunicación chinos el domingo por la noche fue una avalancha de artículos que explicaban qué es el fentanilo. Aunque este opioide es ahora conocido por causar una epidemia en Estados Unidos, responsable de más del 40% de las 72,000 muertes por sobredosis de drogas en el país en el 2017, todavía es poco conocido en China.

¿Quizás sea que la gente en China ha estado viviendo detrás de la Gran Muralla durante demasiado tiempo, ajeno a lo que está ocurriendo en el resto del mundo?

El país ha sido culpado públicamente por la epidemia tanto en EE.UU. como en Canadá, y el presidente Donald Trump expresó con rabia en un tuit de agosto que este "veneno" está "inundando el sistema postal de EE.UU. desde China".

Aunque la Comisión Nacional de Fiscalización de Estupefacientes de China ya ha incorporado más de dos docenas de variantes del fentanilo en su lista de sustancias controladas, sigue siendo muy fácil comprar opioides en los sitios web chinos mientras pueda pagar y proporcionar una dirección de envío.

También es muy probable que simplemente el fentanilo no es un problema en China todavía. Los anestésicos se usan con moderación allí. Según el Pain and Policy Studies Group, el consumo per cápita de anestésicos opiáceos es de sólo 7.05 miligramos, una fracción minúscula en comparación con EE.UU.

De los analgésicos aplicados en los hospitales chinos, la principal variante del fentanilo tiene una cuota de mercado minúscula del 6.3 por ciento. Humanwell Healthcare Group Co., el mayor productor en dicho país, sólo vende fentanilo en forma de inyección líquida.

Como resultado, mientras que el abuso de antibióticos, las vacunas de baja calidad para niños o los bebés editados genéticamente son temas candentes en China, la clase media no se ha molestado en entablar una conversación sobre cuándo los opiáceos se convierten en veneno en lugar de medicina. No hay protestas públicas y los burócratas no están ansiosos por tomar medidas.

Mientras tanto, los reguladores de la salud de China han estado demasiado ocupados con los remezones internos como para preocuparse por el problema de los narcóticos en EE.UU. En marzo, Pekín reestructuró sus diversos ministerios y creó tres reguladores relacionados con la salud.

En julio, la lucha por el poder de los burócratas se intensificó después de que se descubriera que Changsheng Bio-technology Co., uno de los mayores fabricantes de vacunas de China, había falsificado los datos de producción de vacunas antirrábicas para bebés.

Seis altos funcionarios, entre ellos el jefe de la Administración Nacional de Medicamentos (una de las tres nuevas entidades responsable principalmente de la revisión y aprobación de medicamentos) fueron despedidos.

La maquinaria propagandística de China se apresuró a destacar su moneda de cambio. EE.UU. ahora tiene su propia guerra del opio, y China viene al rescate, bromeó el lunes el China Fund, un medio de comunicación financiero supervisado por el diario People’s Daily.

Pekín ha tardado en tomar medidas en la crisis del fentanilo. Pero si ahora se mueve rápidamente, el presidente Xi Jinping habrá conseguido frutos sin mucho esfuerzo en su intento por mejorar las relaciones con Washington.

Por Shuli Ren

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.