Diversos estados de están contemplando la posibilidad de cobrar impuestos a las bebidas gaseosas, pero están teniendo dificultades debido a la presión política que ejerce la industria del sector.

A nivel municipal ese tipo de gravámenes se han aprobado en décadas pasadas, pero el activismo político de las grandes empresas productoras ha bloqueado los intentos de tomar medidas similares a nivel estatal.

“El cabildeo de esa industrial va a ser bastante feroz y no sé si las legislaturas podrán soportarlo”, declaró el gobernador de Connecticut, el demócrata Ned Lamont, quien ha propuesto un impuesto de 1.5 centavos por onza a las bebidas azucaradas en su presupuesto.

Connecticut es uno de los estados donde está en ciernes un acalorado debate sobre los impuestos que según activistas sirven para reducir la ingestión de calorías que llevan a problemas médicos como la obesidad y la diabetes. Los opositores denuncian que los impuestos perjudican a los comercios, a los supermercados y a los productores de las bebidas, y aumentan el costo de vida para el consumidor común.

“El problema con estos impuestos es que _ sea en una ciudad o en un estado, aunque es más común en un estado _ son sumamente impopulares entre las familias trabajadoras y los pequeños negocios", declaró William Dermody Jr., vicepresidente de asuntos públicos de la Asociación de Fabricantes de Bebidas. "Esta gente le expresa claramente a sus representantes que no está de acuerdo con este impuesto”.

La idea de aplicar impuestos a las bebidas gaseosas azucaradas cobró impulso este año en estados como Nueva York, Massachusetts, Rhode Island, Vermont y California, pero el último estado que llegó a imponer tal medida fue Arkansas, en 1992. Hay tres estados que desde hace décadas cobran impuestos a las bebidas azucaradas: Tennessee, Virginia, y Virginia Occidental y hay otros que cobran el gravamen sólo a algunas gaseosas.

Los ingresos recibidos por concepto de este impuesto son usados para distintos fines, como la construcción de una escuela de medicina (Virginia Occidental) o la creación de programas de recolección de basura y reciclaje (Virginia y Tennessee). Los ingresos que Connecticut recibiría debido a la medida, si es que se aprueba, iría a la cuenta de gastos de la gobernación, aunque Lamont expresó esperanzas de que eventualmente redundaría en ahorros en el sector salud.

La semana pasada, la Academia de Pediatría y la Asociación Cardiológica de Estados Unidos exhortaron a iniciar una campaña educativa y a imponer nuevos impuestos a las bebidas azucaradas a fin de reducir la obesidad y la diabetes entre la población infantil.