Al presentar el informe semestral de la Reserva Federal al Congreso, el presidente del banco central, Jerome Powell, mantuvo su postura. El actual aumento de la inflación es temporal, dijo, y la Fed mantendrá su política monetaria hiperacomodaticia hasta que la economía haya logrado un “progreso sustancial adicional”.
Powell y sus colegas pueden tener razón en que una inflación más alta será algo pasajero: el curso de la economía es muy difícil de predecir en este momento. Sin embargo, dadas esas mismas incertidumbres, el mensaje de la Fed a los mercados financieros ha llegado a parecer demasiado rígido.
Hay cosas que tanto Powell como el presidente, Joe Biden, podrían hacer para ayudar a corregir esto.
El banco central se comprometió el año pasado a asumir su postura actual, cuando la necesidad de un estímulo monetario en su máxima expresión era indiscutible. Desde entonces, la economía de Estados Unidos se ha recuperado con más fuerza de lo esperado, la política fiscal ha proporcionado mucho más estímulo de lo esperado y la inflación ha aumentado más rápido de lo esperado.
Sin embargo, la Fed no está modificando su postura. Todavía promete mantener indefinidamente las tasas de interés a corto plazo en cero y continúa expandiendo su balance mediante la compra de US$ 120,000 millones al mes en bonos del Gobierno y valores respaldados por hipotecas. Nada de esto cambiará, dice, sin ese “progreso adicional sustancial”, que se ha transformado casi en un mantra.
Sin embargo, dista mucho de estar claro lo que eso significa. El banco central dice que quiere ver una inflación moderadamente por encima de su objetivo de 2%, para compensar los déficits de años anteriores. Eso está bien, pero ¿cuánto más arriba y por cuánto tiempo? No lo ha dicho. La otra parte de su mandato reinterpretado es lograr el “máximo empleo”.
Este nuevo término también es ambiguo. Por el momento, la Fed prefiere no hablar de “pleno empleo”, que se define como el punto a partir del cual la inflación de precios y salarios se convierte en una amenaza seria (presumiblemente porque estimaciones anteriores de lo que podría ser abogarían por una mayor cautela). Pero no ha explicado adecuadamente la diferencia.
Los cálculos de la Fed son innegablemente difíciles. Las cifras actuales de inflación están muy distorsionadas por los llamados efectos de base (porque la inflación cayó muy drásticamente cuando la pandemia y los cierres golpearon la economía). Y las presiones inflacionarias parecen extenderse solo lentamente más allá de los sectores más afectados. De hecho, una buena parte del aumento de la inflación será temporal, tal como dice la Fed.
Además, la competencia profesional del banco central no está en duda. Los rendimientos de los bonos a largo plazo se han mantenido bajos a pesar de un crecimiento y una inflación mayores a lo esperado, y la compra de bonos de la Fed no puede explicar todo esto por sí sola. Los rendimientos a largo plazo persistentemente bajos sugieren que los inversionistas confían en que la Fed evitará que las cosas se salgan de control. En cierto sentido, creen que la Fed está más atenta a los datos y que es más rápida para actuar de lo que sugieren muchas de las declaraciones del propio banco central.
Aun así, existe el peligro de que esta confianza termine, y tal vez de forma abrupta. Es por eso que Powell haría bien en dejar en claro que él y sus colegas están observando la economía con la mente abierta.
La mejor manera de hacer esto sería comenzar pronto a reducir gradualmente las compras de valores respaldados por hipotecas. Eso aliviaría los temores emergentes de una burbuja en el precio de las viviendas y les diría a los inversionistas que la Fed puede reconocer una fuerte recuperación cuando la ve.
En menor medida, la Casa Blanca también podría ayudar. El mandato de Powell como presidente finaliza en febrero. Es importante que los inversionistas no se pregunten si sus esperanzas de ser reelecto están influyendo en sus decisiones. El presidente podría, y debería, lidiar con esto de inmediato al anunciar que, si Powell quiere otro mandato, lo tendrá.
Interpretar la economía nunca ha sido tan difícil como ahora y mantener la confianza de los inversionistas en el banco central nunca ha sido más importante. Al observar y responder a los datos, la Fed de Powell debe ser, y debe verse, lo suficientemente flexible y genuinamente abierta.