Una mujer que sostiene su boleta pasa junto a un buzón de votación por correo para las elecciones en Estados Unidos de 2020 en Monterey Park, California. (Foto: AFP)
Una mujer que sostiene su boleta pasa junto a un buzón de votación por correo para las elecciones en Estados Unidos de 2020 en Monterey Park, California. (Foto: AFP)

La pasa de puntillas en la agitada campaña electoral que vive , mientras sufre los mayores incendios de su historia y temperaturas récord que han impulsado un ultimátum: prohibir la venta de vehículos con motor de gasolina a partir del 2035.

La drástica medida, anunciada hace unas semanas por el gobernador Gavin Newsom, enfrenta al estado más rico y habitado de Estados Unidos con el mandatario quien tras abandonar el Acuerdo de París impidió que California impusiera sus propios estándares contra emisiones contaminantes, durante décadas más estrictos que los del resto del país.

“Todos los presidentes, desde Nixon hasta Obama, demócratas y republicanos, han estado de acuerdo en que California debe aplicar medidas más agresivas porque tenemos más impacto sobre la contaminación. Esta Administración es la primera que no”, explica Hector De La Torre, miembro de la agencia California Air Resources Board.

Newsom llevó la decisión de Trump a los tribunales en un capítulo más de la enemistad entre el presidente conservador y la progresista California, territorio que ha hecho del medioambiente su batalla particular durante la carrera electoral, lo que puede influir en el resultado de los comicios en estados clave.

Epicentro de la crisis climática

Con más de 40 millones de habitantes y una economía que si fuera independiente estaría entre Alemania y Francia, California se presenta como la abanderada en la lucha contra la crisis climática que el Gobierno estadounidense niega desde hace cuatro años.

La poca simpatía que Trump siente por la costa oeste es tan pública que él mismo menciona los problemas que enfrenta (incendios, crisis de vivienda, elevado coste de vida...) como ejemplo de las consecuencias de un Gobierno progresista en Estados Unidos.

Para las autoridades de California, donde no gana un presidente conservador desde 1992, la política de Trump es un retroceso en ámbitos críticos.

“Nosotros tenemos una perspectiva que incluye a la ciencia y la evidencia de que el cambio climático es real”, espetó su gobernador a Trump durante un encuentro televisado a mediados de setiembre.

El presidente visitó el norte de California en mitad de su peor temporada de incendios: ya ha registrado cinco de los diez mayores fuegos de su historia y de manera anticipada, pues en años anteriores los más fuertes eran en octubre y noviembre.

En agosto, los termómetros de Los Ángeles y Death Valley registraron temperaturas récord.

“Empezará a enfriarse, solo observen”, respondió el presidente a los técnicos que pedían que reconociese el cambio climático.

En lugar de una cita entre las autoridades de un mismo país, la conversación parecía una cumbre de dos mandatarios con visiones y culturas completamente antagónicas. La fractura de Estados Unidos en su esplendor.

Igual de antagónico fue el acuerdo que el Gobierno de California firmó este año, por su cuenta, con cinco fabricantes de automóviles que representan al 30% del mercado estadounidense (Ford, Honda, BMW, Volkswagen y Volvo) para que se comprometan con los objetivos del estado, en oposición a la Administración de Trump.

Mira a Europa y no a EE.UU.

“Muchos países europeos tienen medidas similares, nosotros estamos más en línea con el mercado de vehículos mundial que Estados Unidos”, afirma De La Torre.

Una encuesta del Instituto de Política Pública de California ya determinó en el 2018 que el 54% de los habitantes considera que el estado debe ser un líder global en medioambiente. El apoyo sube hasta el 67% entre los votantes demócratas y baja al 23% en el círculo republicano.

“Los californianos son más propensos que los estadounidenses a decir que el calentamiento global es extremadamente o muy importante para ellos y la mayoría están dispuestos a hacer cambios importantes en su estilo de vida”, asegura Mark Baldassare, director de la institución, sobre otro estudio elaborado este verano.

Esa misma fuente indica que el 53% de los californianos confía en su gobierno estatal ante cuestiones ambientales, mientras que solo el 24% siente lo mismo por Washington.

Amenaza electoral para otros estados

Pero no todo el mundo muestra la misma alerta. El Partido Republicano de California vio en la medida de Newson un flaco favor a sus compañeros de filas, Joe Biden y Kamala Harris, en plena carrera electoral hacia la Presidencia y Vicepresidencia del país, respectivamente.

“Parece que Gavin Newsom está tratando de torpedear a Biden y Harris. ¿Por qué anunciar la prohibición de las ventas de automóviles con gasolina en California a menos de una semana del primer debate presidencial en uno de los estados fabricantes de vehículos más grandes del país: Ohio?”, tuiteó la formación conservadora.

Biden necesita atraer a los votantes de clase obrera que ayudaron a inclinar las elecciones del 2016 en favor de Trump. Las encuestas indican que la contienda podría depender de estados dependientes de energías fósiles como Pensilvania, Michigan y Ohio.

Por eso, algunos creen que el paso adelante dado por California supondrá otro hacia atrás para los votantes indecisos que ven en el atrevimiento la pérdida de sus empleos.

“Nosotros siempre ha estado por delante del resto de Estados Unidos y muchas veces del mundo”, asegura De La Torre.

California es el mercado más importante de Estados Unidos, dobla a Texas y Florida. Y durante el mandato de Trump ha sido el bastión contra la crisis climática a la que el país dio la espalda, un arma que presenta su doble filo en las opciones electorales de los demócratas.