El índice de aprobación de Joe Biden cayó al punto más bajo de su presidencia el mes pasado, emergiendo del fin de semana festivo del 4 de julio con solo 51.9% de aprobación, cerca al mínimo de junio (según la estimación de FiveThirtyEight, basada en un promedio ajustado de todas las encuestas acreditadas).
Al mismo tiempo, es muy probable que la popularidad de Biden se mantenga estable en lugar de disminuir. Se conserva en un rango estrecho, entre un máximo de 55.1% de aprobación y un mínimo de 51.7%. Es posible que haya bajado un poco; también es probable que su índice de aprobación no haya cambiado desde el 20 de enero y que cualquier fluctuación aparente sea solo ruido estadístico.
De cualquier manera, las cifras de Biden lo ubican justo en el medio de los presidentes recientes. A los 166 días de su presidencia, supera a cuatro presidentes de la era de encuestas: Donald Trump, Gerald Ford, Bill Clinton y, por un margen muy estrecho, George W. Bush.
Los otros nueve presidentes de dicha era lo superan. Lo que distingue a Biden sigue siendo lo plana que es su línea de aprobación. Todos los presidentes anteriores, excepto Trump, comenzaron su presidencia por encima del 60% de aprobación o subieron a ese nivel en algún momento.
Además, todos tenían un rango más amplio en las encuestas en este punto de 166 días; Ronald Reagan, por ejemplo, ya había tenido un aumento de 17 puntos porcentuales y luego una caída de 10 puntos.
La aprobación presidencial es un factor importante en los resultados de las elecciones de mitad de período. Pero todavía es demasiado pronto para adivinar como lucirá la posición de Biden el próximo verano u otoño. De hecho, considero que las excelentes cifras de empleos de la semana pasada son más útiles para proyectar la popularidad futura de Biden de lo que sería su popularidad actual.
La principal utilidad de echar un vistazo a la historia es recordar cuanto pueden cambiar las cosas. George W. Bush ganó mucha más popularidad justo para las elecciones de mitad de período de 2002 de la que tenía en julio del 2001.
Jimmy Carter, a los 166 días, era un presidente muy popular; de hecho, es el único de los últimos 10 (incluido Biden) que se mantuvo por encima del 60% de aprobación durante su primera presidencia, y permanecería allí durante otros dos meses antes de caer y nunca recuperarse por completo.
Los casos de Clinton y Reagan nos sirven para recordar que los presidentes pueden ser bastante impopulares al momento de las elecciones intermedias, pero luego ser reelegidos fácilmente y seguir siendo populares durante la mayor parte o la totalidad de sus segundos mandatos.
Es posible que la era de grandes cambios en la popularidad presidencial haya quedado atrás. Algunos especialistas creen que la fuerte polarización partidista hace que la popularidad presidencial sea simplemente una función de la afiliación partidista, y que se esperaría que los futuros presidentes tengan líneas de aprobación planas, tal como Biden este año y Trump durante gran parte de su presidencia.
Sigo escéptico sobre esto, aunque hasta ahora la presidencia de Biden evidencia que quizás ya no sean posibles grandes aumentos y caídas. No obstante, espero que un repunte económico sostenido aumente la popularidad de cualquier presidente, y que una recesión normal se refleje vía índices de aprobación más bajos (aunque las muy inusuales circunstancias económicas del 2020 no lo hayan reflejado).
¿Cuál es la buena noticia? Dado que el mercado laboral está mejorando y se espera un fuerte crecimiento económico general durante un tiempo, tal vez podamos probar estas hipótesis.