Donald Trump. (Foto: Bloomberg).
Donald Trump. (Foto: Bloomberg).

En , tierra de presidentes jóvenes, como John F. Kennedy y Barack Obama, el poder está ahora en manos de septuagenarios y octogenarios.

, de 72 años, es el presidente más viejo que ha tenido el país. El Senado está dirigido por un hombre cuatro años mayor, el republicano Mitch McConnell. Y Nancy Pelosi, nominada por los demócratas para presidir la Cámara de Representantes la próxima legislatura, celebrará su 79 cumpleaños en marzo.

La californiana ya ocupó del 2007 al 2011 la presidencia de la cámara baja, el tercer cargo representativo más importante en Estados Unidos después del de presidente y del de vicepresidente. Hiperactiva, no parece la edad que tiene: a principios de este año dio un maratónico discurso de ocho horas sin quitarse sus tacones de aguja.

Si es elegida nuevamente "Madame Speaker", Pelosi reemplazará al republicano Paul Ryan, de 48 años. Su número dos en la Cámara baja, Steny Hoyer, tiene 79 años. El múmero tres, James Clyburn, 78.

En la cúspide

¿Cuál es el misterio de la longevidad de estos políticos? Su compromiso, ambición y dinamismo intelectual sin duda juegan un papel, dicen los geriatras.

"La literatura científica muestra que las personas que tienen un propósito y una pasión, viven más y bien", dice Maria Torroella Carney, jefa de geriatría del Hospital Northwell Health cerca de Nueva York.

"Lo estoy viendo cada vez más en muchas profesiones", explica, especialmente en personas en puestos de responsabilidad en política o en las empresas.

Sin mencionar que los líderes políticos o económicos tienen acceso a los mejores médicos.

El aumento en general de la expectativa de vida útil refuerza el fenómeno.

¿Cómo se mantienen en forma? Caminando rápido a lo largo del río Potomac, dijo Nancy Pelosi en una entrevista con el New Yorker en el 2011.

El médico Eric de Jonge, que dirige el departamento de geriatría del MedStar Washington Hospital Center, ha atendido a "importantes figuras políticas estadounidenses", pero no dice a quién.

Dormir bien, comer bien, hacer ejercicio, tener una "vida equilibrada", son los pilares de la salud de las personas mayores, asegura.

Pero el estrés de la vida política, con las reuniones, los viajes, las negociaciones nocturnas, ¿no es perjudicial?

Por el contrario, responde: "Si te gusta tu trabajo y tienes la oportunidad de tener una gran influencia y realmente lo disfrutas, puede que no sea tan estresante como alguien que es infeliz, o tiene problemas emocionales o médicos".

La oportunidad de tener liderazgo es estimulante. "Después de pasar 30, 40 años escalando peldaños, ¿por qué renunciar a eso?", señala este especialista.

Riesgo de demencia

En el Senado, un poderoso club de 100 miembros, la antigüedad es el criterio absoluto para presidir las diversas comisiones. Muchos senadores tienen, por lo tanto, paciencia.

Chuck Grassley, presidente del Comité de Asuntos Jurídicos, a través del cual se confirman los jueces de la Corte Suprema, tiene 85 años. La misma edad de la influyente demócrata Dianne Feinstein, que acaba de ser reelegida por seis años.

A veces, sin embargo, la salud no resiste un nuevo mandato. En abril, el presidente de la muy codiciada comisión que establece los miles de millones de gastos del estado federal, Thad Cochran, de 80 años, finalmente renunció después de problemas de salud y ausencias.

"Me preocupan más las personas mayores de 85 que las que tienen 75", dice el doctor De Jonge. Después de los 85 años, el riesgo de demencia senil es del 50%, recuerda.

Los septuagenarios mantienen intactas sus ambiciones.

Trump, que ama las hamburguesas, pero juega al golf y dice que no fuma ni bebe, asegura que competirá por un nuevo mandato en el 2020. En el 2016 venció a Hillary Clinton, que tenía 69 años entonces, y ahora podría enfrentar opositores de su generación.

Porque aunque hay una nueva camada de políticos demócratas cincuentones, Elizabeth Warren, de 69 años; Joe Biden, de 76, y Bernie Sanders, de 77 años, están preparando sus armas.

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