(Foto: AP)
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A lo largo de las campañas de vacunación contra el COVID-19 es necesario reducir la transmisión del virus con medidas no farmacológicas, como el uso de mascarillas, para disminuir la probabilidad de que surjan cepas resistentes a la vacuna, según sugiere un estudio basado en un modelo.

La investigación, que publica “Scientific Reports” y encabeza Fyodor Kondrashov del Instituto de Ciencia y Tecnología de Austria, simuló la probabilidad de que una cepa resistente a la vacuna pueda surgir en una población de diez millones de personas a lo largo de tres años, con vacunaciones empezando después del primer año.

El modelo aplicado señaló que una tasa rápida de vacunación disminuye la probabilidad de que pueda surgir una .

Sin embargo, el análisis también mostró que si una relajación de medidas no farmacológicas ocurría cuando la mayoría de los individuos ya había sido vacunada, la probabilidad de que apareciera una cepa resistente aumentaba “en gran medida”.

Los autores sugieren que esto puede deberse a que cuando hay muchas personas vacunadas la cepa original no puede competir frente a una resistente.

En los escenarios en los que se estableció la cepa resistente, esta surgió inicialmente hacia el momento en que el 60% de la población había sido vacunada.

Además, recomendaron medidas no farmacológicas específicas, como el uso de mascarillas, la realización de pruebas y el distanciamiento social, para reducir las tasas de transmisión del virus hacia el final de las campañas de vacunación y permitir que las posibles cepas resistentes emergentes se extingan de forma natural.

Cualquier medida que reduzca la transmisión, como el aumento y generalización de las pruebas, el rastreo riguroso de los contactos, altas tasas de secuenciación y las restricciones a los viajes, “podría aumentar la probabilidad de extinción de un virus emergente”, según sugieren.

En el estudio, los expertos no modelaron el efecto de estas medidas específicas en las tasas de transmisión del virus.

Los resultados apuntan que los responsables políticos y las personas “deberían considerar” el mantenimiento de intervenciones no farmacológicas y comportamientos de reducción de la transmisión durante todo el periodo de vacunación.

Además, dado que el retraso en la vacunación en algunos países “puede hacer más probable” la aparición global de una cepa resistente a la vacuna, es necesario “un esfuerzo de vacunación verdaderamente global” para reducir esa posibilidad.