(Foto: AFP)
(Foto: AFP)

Para un país en desarrollo propenso a tormentas como Filipinas, recibir financiamiento internacional para proteger a sus residentes de desastres naturales y adoptar energías limpias no es solo una cuestión de justicia global: el dinero es esencial para cumplir con su plan sobre cambio climático.

Sin el apoyo prometido, muchas naciones vulnerables más pobres, golpeadas por los impactos económicos del y los crecientes desastres climáticos, dicen que simplemente no pueden tomar medidas más agresivas para reducir las emisiones de gases o adaptarse a un mundo más cálido.

Filipinas, por ejemplo, se ha comprometido a reducir sus emisiones en un 75% por debajo de los niveles habituales para el 2030.

Pero solo alrededor de 3 puntos porcentuales de ese compromiso se puede cumplir con sus propios recursos, según su plan climático nacional. El resto requerirá financiamiento internacional para hacer que sectores como la agricultura, la industria, el transporte y la energía sean más ecológicos.

“Los grupos ambientalistas dicen que nuestro (objetivo) no es ambicioso porque es altamente condicional. Sin embargo, lo que no ven es lo que presentamos es lo único factible para Filipinas”, dijo Paola Álvarez, portavoz del Departamento de Finanzas.

“Nuestra economía no está bien debido a la pandemia y frecuentemente tenemos tifones, uno tras a otro”, lo que significa que los recursos nacionales deben ser priorizados para los programas sociales, dijo a la Fundación Thomson Reuters.

Mientras los gobernantes se preparan para asistir a la Asamblea General de la en Nueva York la próxima semana, las naciones ricas están bajo una presión cada vez mayor para cumplir con la promesa del 2009 de canalizar US$ 100,000 millones al año a los países pobres para abordar el cambio climático.

Con los presupuestos en todo el mundo apretados por la crisis de COVID-19 y las conversaciones sobre el clima de la ONU pospuestas por un año, es probable que el plazo del 2020 para cumplir con la meta se haya alterado, dijeron analistas.

Pero a medida que se acerca la cumbre climática COP26 de noviembre, se acaba el tiempo para convencer a los países en desarrollo, tanto grandes como pequeños emisores, de que cualquier esfuerzo en casa por mejorar sus condiciones en torno al cambio climático contará con un sólido respaldo financiero, dicen analistas.

Alden Meyer, socio adjunto en Washington del grupo de expertos E3G, que busca acelerar la transición baja en carbono, dijo que la promesa de US$ 100,000 millones de los países ricos está muy por debajo de lo que realmente necesitan las economías emergentes para montar una respuesta adecuada. Pero el cumplimiento es clave para estimularlos, agregó.

En este momento, pueden decir, “los países desarrollados no están haciendo lo que dijeron que harían en términos de apoyo, entonces ¿por qué deberíamos elevar nuestras propias metas (para reducir las emisiones)?”, comentó Meyer.

Funcionarios del Gobierno de , el cuarto mayor emisor del mundo de gases que calientan el planeta, han dicho, por ejemplo, que cualquier compromiso adicional para reducir su huella de carbono dependerá de la financiación de los países ricos.

Las promesas de nivel nacional de reducir las emisiones hasta ahora son insuficientes para mantener el aumento de la temperatura global “muy por debajo” de 2 grados Celsius en relación a la época preindustrial, e idealmente a 1.5 °C, tal como se comprometieron unos 195 países en virtud del Acuerdo de París del 2015.

El panel de ciencia del clima de la ONU advirtió en un informe en agosto que el calentamiento global está peligrosamente cerca de una espiral fuera de control y que generará trastornos climáticos a nivel mundial durante las próximas décadas, tanto en los países ricos como en los pobres.

“Nivel mínimo”

Algunos grandes emisores de gases de efecto invernadero, incluidos China, e India, aún no han presentado planes más ambiciosos a Naciones Unidas, como se comprometieron a hacerlo para el 2020 en el marco del Acuerdo de París.

Pero de los aproximadamente 110 planes entregados por otros países antes de una fecha límite de la ONU ajustada en julio, casi todos dependen de una condición clave: el dinero.

Según el Instituto de Recursos Mundiales (WRI), un grupo de expertos estadounidense que hace seguimientos de las promesas de los países sobre fondos para el cambio climático, “más de la mitad” de esos objetivos de emisiones actualizados incluyen acciones que solo pueden concretarse con financiamiento internacional.

“Esto subraya por qué es tan crítico que los países desarrollados cumplan su promesa de entregar US$ 100,000 millones. Es el mínimo indispensable”, dijo Taryn Fransen, experta en políticas climáticas del WRI.

En las últimas intervenciones, un número creciente de países en desarrollo ha elevado sus objetivos de recortes de emisiones que pueden implementar por sí mismos, agregó, incluidos , Chile y Colombia, que han abandonado por completo las solicitudes de apoyo internacional.

Pero honrar el compromiso anual de US$ 100,000 millones, que cubre cinco años hasta el 2025, cuando se establecerá un nuevo objetivo que aún está por negociarse, resulta clave para fomentar la confianza en las conversaciones sobre el clima y facilitar una transición ambientalista más rápida, subrayó Fransen.

Las últimas cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, publicadas el viernes, muestran que en el 2019, los gobiernos donantes canalizaron US$ 79,600 millones a países vulnerables, solo un 2% más que los US$ 78,300 millones del 2018.

Un análisis de la organización benéfica de ayuda Oxfam situó la cifra real para el 2018, si se contabilizan solo las subvenciones y no los préstamos que deben reembolsarse, en un nivel mucho más bajo, de entre US$ 19,000 millones y US$ 22,500 millones.

Mientras tanto, los 46 países menos desarrollados recibieron solo US$ 5,900 millones entre el 2014 y 2018 en fondos totales para la adaptación, un nivel que cubriría menos del 3% de los recursos que necesitan esta década, según un estudio de julio del Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo.