Qualcomm
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La firma estadounidense Qualcomm Inc, cuya oferta de compra por parte de Broadcom Ltd fue bloqueada el lunes por preocupaciones de seguridad nacional, ya caminaba antes por una cuerda floja, pues tiene contratos gubernamentales y de defensa en Estados Unidos, pero dos tercios de sus ingresos proceden de China.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, frenó la oferta de adquisición de Qualcomm por US$ 117,000 millones del fabricante de microprocesadores Broadcom Ltd por temor a que diera ventaja a China en la próxima generación de comunicaciones móviles, obligando a la firma con sede en Singapur a abandonar sus intenciones.

La decisión dejó en evidencia la extraña posición en que se encuentra Qualcomm, con sede en San Diego. En Estados Unidos tiene contratos gubernamentales y defensivos y es considerado un proveedor "confiable". No obstante, su mercado más lucrativo está en China, gracias a los ingresos por patentes de licencias que recibe de vendedores de móviles como Apple Inc, Samsung y Xiaomi.

En este ámbito, China, Estados Unidos y Europa están compitiendo por el desarrollo de la próxima generación de redes inalámbricas de datos, llamada 5G, para teléfonos móviles y dispositivos cada vez más conectados. El que controle esa tecnología tendrá una ventaja estratégica potencial y Washington no quiere depender de equipos fabricados en China.

El resultado es un delicado equilibrio para navegar entre las disputas comerciales y las tensiones políticas de los dos países, lo que podría molestar a políticos y reguladores en ambos lados, afectando a los negocios y los acuerdos.

"Nos consideramos parte del sistema de semiconductores de China", dijo a Reuters Cristiano Amon, presidente de Qualcomm, en un evento celebrado en Pekín en enero. "Está claro que el 5G es importante para Estados Unidos. Es importante para China".

Qualcomm sigue esperando la aprobación china de una propuesta de compra de NXP Semiconductors NV por US$ 44,000 millones, al tiempo que intenta arreglar su relación con los clientes chinos tras pagar una multa de casi US$ 1,000 millones por prácticas contra la competencia en el 2015.

La compañía estadounidense está ayudando a las firmas chinas ZTE y China Mobile a desarrollar el 5G y está participando en las pruebas de desarrollo estándar de esta tecnología en el país asiático. Tiene sociedades similares en Estados Unidos y Europa.

Ventaja para China
El Comité de Inversión Extranjera en Estados Unidos (CFIUS, por sus siglas en inglés), que evalúa la compra de corporaciones estadounidenses por parte de empresas foráneas, dijo que la adquisición corría el riesgo de debilitar a Qualcomm, lo que impulsaría a Pekín en la carrera por el 5G.

Una compra por parte de Broadcom desembocaría en un recorte del gasto en investigación y desarrollo de Qualcomm o vendería partes estratégicamente importantes de la compañía a otros compradores, incluso de China, dijeron funcionarios y analistas.

Ante la aparición de estas preocupaciones, Broadcom pasó a la acción de inmediato, prometiendo invertir en la tecnología 5G de Qualcomm y acelerar su traslado a Estados Unidos. Pero los planes no fueron bien con el CFIUS.

La pugna significó una dura caída en desgracia para Broadcom, cuyo jefe ejecutivo, Hock Tan, fue recibido por Trump en la Casa Blanca el año pasado para anunciar un plan para trasladar su sede a Estados Unidos. Por aquel entonces, Trump la llamó "una de las compañías realmente grandes grandes".

Liderado por Tan, un empresario malasio educado en Harvard, Broadcom creció sobre todo gracias a las compras. Tan es un agresivo gestor de acuerdos y construyó su gigante de los microprocesadores, valorado en US$ 100,000 millones, a partir de un negocio de solo US$ 3,500 millones en el 2009.

Hasta la oferta por Qualcomm, su mayor acuerdo había sido la compra por US$ 37,000 millones de Broadcom, una firma de Irvine, California, de donde la compañía -llamada Avago Technologies por aquel entonces- sacó su nombre actual.

Relación compleja
Ejecutivos de Qualcomm reconocen la complicada relación que tiene la firma en China, sobre todo con compañías locales como Huawei, líder de la ofensiva china por el 5G.

"Nuestra relación con Huawei es compleja; no sé si hay una buena palabra para definirlo", afirmó Amon en Pekín en enero, agregando que la empresa es un gran proveedor de Huawei, pero también un competidor en su negocio de semiconductores.

Aunque Huawei está en una posición fuerte para proveer equipos de redes 5G a operadores de muchos mercados grandes -con la notable excepción de Estados Unidos- aún debe licenciar algunas tecnologías de Qualcomm, que posee más patentes de 5G que cualquier otra empresa en el mundo.

Mantener sanas las relaciones chinas es clave para Qualcomm, en un momento en que están ganando relevancia fabricantes locales de móviles como Oppo, Vivo y Xiaomi y están aumentando las tensiones comerciales entre Pekín y Washington.

Trump pretende imponer aranceles de hasta US$ 60,000 millones a importaciones chinas y apuntará a los sectores de tecnología y telecomunicaciones, dijeron a Reuters dos personas que discutieron el asunto con la Casa Blanca.

"Imagino que las relaciones que tenemos en China, y probablemente la simbiosis de esa relación, jugarán un papel importante en la visión de los reguladores (chinos) sobre el futuro de Qualcomm", dijo Amon en enero.

Y el caso de la compra frustrada de Broadcom destaca el creciente riesgo para las empresas estadounidenses en China.

"Es una posición nada envidiable, porque son muy dependientes de China", dijo Andrew Gilholm, director de análisis para China y Norte de Asia en la consultora de riesgos Control Risks, en referencia a Qualcomm.

"Son un caso extremo, pero ahora que cada vez más sectores pasan a ser considerados 'estratégicos' desde una perspectiva amplia de seguridad nacional, más y más compañías se enfrentan a este tipo de apretujón entre Estados Unidos y China", agregó.