Puerto de Miami. (Foto: EFE).
Puerto de Miami. (Foto: EFE).

La es un asunto doméstico en Florida, que por tradición es epicentro de los exilios latinoamericanos. Pero, a diferencia de otros destinos donde se alojan las diásporas, este estado del sureste estadounidense tiene una peculiaridad: suele decidir quién va a la Casa Blanca.

Entonces, más allá de la importancia geopolítica que tiene el país con la mayor reserva petrolera del mundo, el asunto venezolano configura la política local en Florida.

"Los que pretendan representar a Florida tienen que ser proactivos en los temas de las relaciones internacionales, pero a nivel local", dijo Tomás Regalado, un veterano político local que fue alcalde de Miami ocho años.

Los temas internos de Venezuela, , Nicaragua, Haití y Puerto Rico son "el pan y la mantequilla de senadores y congresistas del sur de Florida", comentó este republicano que ahora dirige la radio y TV Martí.

"Miami ya no es solamente la capital del exilio cubano, es la capital de los exilios en general", prosiguió.

En este contexto, hace un mes, el senador Marco Rubio -un cubanoamericano que representa a Florida- propulsó al Partido Republicano al revelarse como el artífice de la política del presidente Donald Trump contra el ilegítimo gobierno de .

Con los vientos de cambio que siguieron, la simpatía de los venezolanos hacia el presidente -y particularmente hacia Rubio- aumentó en una población que suele identificarse como independiente.

"Sin ser republicana agradezco inmensamente el apoyo de Trump y del gobierno americano en el conflicto venezolano", dijo la actriz venezolana Bettina Grand, de 53 años y con cerca de una década residiendo en Miami.

En esta ciudad del sur de Florida, donde se concentra el exilio venezolano en Estados Unidos, se ven con frecuencia autos con banderas tricolores y carteles que ponen "gracias Trump".

Según Regalado, todo esto ha "herido de muerte" a los demócratas, que en el 2020 buscarán arrebatarle la presidencia a Trump.

Son pocos pero hacen ruido
Las preferencias en este estado oscilante, donde es imposible prever si ganarán republicanos o demócratas, casi siempre se deciden por márgenes mínimos que mantienen a la nación en vilo. Y, debido al intricado sistema electoral estadounidense, la decisión de Florida es crucial a nivel nacional.

"Un cambio político aunque sea por un grupo pequeño puede tener implicaciones enormes en quién gana Florida y quién es el presidente de Estados Unidos", dijo Michael McDonald, profesor asociado de ciencias políticas de la Florida International University (FIU).

Cerca de 300,000 venezolanos viven en Estados Unidos, la mitad de ellos en Florida. Son apenas una fracción de los cubanos y puertorriqueños.

Pero, aunque sólo 36,000 de los 14 millones de votantes de Florida nacieron en Venezuela, hay "decenas de miles" de votantes venezolanos de segunda o tercera generación.

"No son una población tan grande como la de los cubanoamericanos, pero son importantes", dijo Daniel Smith, jefe del departamento de ciencias políticas de FIU y experto en elecciones.

"Y tienden a registrarse como independientes, aunque últimamente se estaban registrando más como demócratas", continuó. "Pero estoy seguro de que la administración de Trump los ve como votantes que pueden oscilar de un lado a otro, de acuerdo a cómo se maneje la crisis".

Está por verse. Por ejemplo, para Eloísa Silva, una fisioterapeuta venezolana de 30 años que hace 12 vive en Miami, Trump hizo "lo que tenía que hacer".

"No me crea más simpatía hacia él, simplemente creo que cualquier presidente debería estar apoyando ahora a Venezuela", comentó.

Los políticos locales no olvidan que una diferencia de apenas 500 votos en Florida le dio la victoria en el año 2000 al presidente George W. Bush frente a su contendiente demócrata.

Por último, aunque sean pocos, los venezolanos "hacen mucho ruido, son muy militantes, tienen una capacidad de movilización extraordinaria y captan la atención de la prensa", dijo Regalado, recordando sus años en la alcaldía.

Demócratas, a la caza
Los demócratas están esforzándose entonces, con denuedo, por subirse al tren.

Sus representantes locales buscan oportunidades de foto con líderes opositores y han aumentado la presión para que el gobierno otorgue un estatus de protección temporal (TPS) a los venezolanos, aunque estos esfuerzos son difíciles de escuchar en medio del estruendo que producen Trump y Rubio.

Han sido heridos políticamente "y no quieren que el gobierno de Trump los supere" en este asunto, dijo Smith.

El sábado, mientras la oposición venezolana intentaba ingresar toneladas de ayuda humanitaria por las fronteras, un grupo de representantes demócratas se reunía con el líder opositor Carlos Vecchio en la localidad de Weston, al noroeste de Miami.

La anfitriona, la congresista distrital Debbie Wasserman Schultz, dijo que para ella "Venezuela no es un asunto de política internacional: es un imperativo doméstico".

Al evento asistieron los demócratas Bob Menéndez, senador por Nueva Jersey, y los representantes federales Donna Shalala de Florida y Albio Sires, también de Nueva Jersey.

Además en los últimos días se pronunciaron, pidiendo a Maduro que ceda, Bill y Hillary Clinton, así como los precandidatos demócratas Bernie Sanders y Kamala Harris, quien prometió otorgar el TPS a los venezolanos si llega a la Casa Blanca.