Un tanque ucraniano pasa junto a un antiguo control de carretera ruso en la recién recuperada región de Izium, Ucrania, el 16 de septiembre de 2022. (AP foto/Evgeniy Maloletka, Archivo)
Un tanque ucraniano pasa junto a un antiguo control de carretera ruso en la recién recuperada región de Izium, Ucrania, el 16 de septiembre de 2022. (AP foto/Evgeniy Maloletka, Archivo)

Al mismo tiempo que el Kremlin maniobraba para incorporar partes de Ucrania en una brusca escalada del conflicto, el ejército ruso sufría nuevas derrotas que dejaban al descubierto sus problemas en el campo de batalla y abrían fracturas en la cúpula del gobierno ruso.

Esos reveses han erosionado mucho la imagen de un poderoso ejército ruso y aumentado las tensiones en torno a una movilización mal planeada. También han avivado las disputas entre el círculo interno del Kremlin y dejado al presidente de Rusia, Vladimir Putin, cada vez más aislado.

A continuación, un repaso a las últimas derrotas rusas, algunas de sus causas y las posibles consecuencias.

UNA SERIE DE DERROTAS EN EL NORDESTE Y EL SUR

Equipada con armas proporcionadas por Occidente, Ucrania ha seguido adelante tras los avances del mes pasado en la región nororiental de Járkiv. Se ha adentrado más en terreno ocupado y obligó a las tropas rusas a retirarse de la ciudad de Lyman, un importante núcleo logístico.

El ejército ucraniano también ha emprendido una amplia contraofensiva en el sur, donde ha capturado una serie de pueblos en la orilla oeste del Río Dniéper y avanza hacia la ciudad de Jersón.

Los avances ucranianos en la región de Jersón seguían a un fuego constante de proyectiles sobre los dos principales pasos sobre el Dniéper que los dejó fuera de servicio y obligó a las tropas rusas en la orilla oeste a depender únicamente de cruces sobre plataformas flotantes, que también han sufrido ataques ucranianos reiterados.

Es probable que las fuerzas rusas sufran nuevos fracasos en Jersón, ya que resulta “difícil estabilizar un frente cuando la logística está bajo presión, las tropas están agotadas y el rival es mucho, mucho más inteligente”, dijo Phillips P. O’Brien, profesor de estudios estratégicos en la Universidad de St. Andrews.

Arrinconadas contra el gran río y lastradas por un grave desabastecimiento, las tropas rusas enfrentan una derrota inminente que podría plantear el escenario para una posible campaña ucraniana para recuperar el control de la Península de Crimea, que Moscú se anexionó en 2014.

DESABASTECIMIENTO MILITAR Y PROBLEMAS EN LA CADENA DE MANDO

Reporteros y blogueros militares que viajan con tropas rusas en Ucrania han descrito un sombrío panorama de un contingente desorganizado y mal equipado bajo un mando incompetente.

Tras más de siete meses de guerra, el ejército ruso sufre una grave falta de personal, descoordinación entre unidades y líneas de suministro inestables.

Además, muchas unidades rusas tienen la moral baja, un ánimo deprimido que contrasta con las motivadas fuerzas rusas.

A diferencia del ejército ucraniano, que ha empleado datos de inteligencia proporcionados por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN para seleccionar y atacar objetivos, el ejército ruso ha lidiado con un aluvión de mala información.

Cuando la inteligencia rusa identifica un objetivo ucraniano, el ejército inicia un largo proceso para conseguir luz verde para atacarlo, que a menudo se alarga tanto que el objetivo desaparece.

Los corresponsales rusos de guerra lamentaron en particular la falta de drones y señalan que los drones proporcionados por Irán no se han utilizado de la forma más eficaz debido a la mala selección de blancos.

EL KREMLIN LLAMA A MÁS TROPAS, SE ANEXIONA TERRITORIO

Como respuesta a la contraofensiva ucraniana, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ordenó una movilización militar parcial que pretende reunir al menos 300,000 reservistas para reforzar las unidades repartidas por los 1,000 kilómetros de frente en Ucrania.

Ucrania declaró una movilización general al inicio de la invasión con el objetivo de formar un ejército de un millón de efectivos. Hasta entonces, Rusia había intentado ganar la guerra con un contingente menguante de soldados voluntarios. Estados Unidos estimó que la fuerza al inicio de la invasion era de hasta 200,000 soldados, y algunas estimaciones occidentales hablan de hasta 80,000 bajas rusas entre muertos, heridos y capturados.

Aunque los círculos más belicistas en Moscú recibieron de buen grado una movilización que pedían desde hacía tiempo, cientos de miles de hombres rusos huyeron al extranjero para evitar el reclutamiento y se produjeron protestas en todo el país, lo que planteó nuevos desafíos para el Kremlin.

Los nuevos reclutas compartieron imágenes que mostraban cómo se les obligaba a dormir en el suelo o incluso al raso. Algunos dijeron que habían recibido armas oxidadas y les habían dicho que compraran botiquines y otros suministros básicos con su dinero. En un reconocimiento tácito de los problemas de suministro, Putin destituyó a un viceministro de Defensa encargado de logística militar.

La movilización no ofrece una solución rápida para los problemas militares de Rusia. Pasarán meses hasta que los nuevos reclutas completen su instrucción y formen unidades listas para combatir.

Después Putin subió la apuesta al anexionarse de forma apresurada las regiones ocupadas en Ucrania y expresó su disposición a emplear “todos los medios disponibles” para protegerlas, una referencia clara al arsenal nuclear ruso.

DIVISIÓN EN EL GOBIERNO

En un indicio sin precedentes de luchas internas en las altas esferas del gobierno, el líder de la región de Chechenia, Ramzan Kadyrov, respaldado por el Kremlin, ha criticado duramente a los mandos militares, a los que ha acusado de incompetencia y nepotismo.

Kadyrov culpó al coronel general Alexander Lapin de no haber conseguido suministros y refuerzos para sus tropas para impedir su retirada de Lyman. Declaró que el general merecía ser degradado y enviado al frente como soldado raso para “limpiar su vergüenza con su sangre”.

Kadyrov también acusó directamente al jefe del ejército, el general Valery Gerasimov, de cubrir las pifias de Lapin, un ataque directo que avivó las especulaciones sobre que el líder checheno podría haber formado una alianza con otros miembros más beligerantes de la élite rusa contra la cúpula militar del país.

En una declaración sin tapujos, Kadyrov también instó al Kremlin a considerar el uso de armas nucleares tácticas contra Ucrania para cambiar el curso de la guerra, lo que parecía reflejar la creciente popularidad de la idea entre los halcones del Kremlin.

Putin mostró que mantiene su apoyo a Kadyrov, al ascenderle a coronel general por su cumpleaños, una decisión que sin duda molestará a los mandos militares. Y si bien el portavoz del Kremlin; Dmitry Peskov, dijo que Kadyrov se había dejado llevar por sus emociones en sus comentarios, elogió con rotundidad el papel del líder checheno en los combates y el valor de sus tropas.

En otro atisbo de crecientes diferencias en la cima, Yevgeny Prigozhin, un empresario multimillonario conocido como “el chef de Putin”, arremetió contra el gobernador de San Petersburgo y afirmó que su falta de asistencia a la firma de seguridad privada Wagner de Prigozhin equivalía a apoyar a Ucrania.

Algunos otros miembros de la élite rusa se apresuraron a apoyar a Kadyrov y Prigozhin, que cada vez aparecen más como rostros de la corriente más belicista en Moscú.

El teniente general retirado Andrei Gurulev, miembro veterano de la cámara baja del parlamento ruso, respaldó con firmeza al líder checheno y dijo que la derrota rusa en Lyman tenía su origen en el deseo de los mandos militares de reportar sólo buenas noticias a Putin.

“Es un problema de absolutas mentiras y reportes positivos de arriba a abajo”, afirmó.

Con información de la Agencia AP.