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Hoed & Shouders

| Es probable que haya usado, o al menos haya escuchado hablar, del champú . Pero ¿Hoed & Shouders? ¿No? ¿Qué tal las máquinas de afeitar Max Quottro o las toallas higiénicas Aluays o el jabón Yahnsan?

En el caso del caos económico que es , estos son los nuevos y populares productos de consumo. Parientes muy distantes de las famosas de origen estadounidense están abarrotando estanterías que a principios de este año no tenían ningún artículo, auténtico o no, que la mayoría de la gente pudiera darse el lujo de comprar.

Ahora hay una bonanza de un universo de imitaciones de con etiquetas que se leen como nombres de marcas que han sido puestos en una licuadora.

Puede que consigan engañar a los consumidores con un envasado que imita sin pudor lo que se vende en Estados Unidos. La impronunciable pasta de dientes Convenrt, por ejemplo, lleva el clásico diseño de letras blancas sobre fondo rojo de . Sin embargo, si mira el reverso del envasado, la letra pequeña revela que los artículos proceden de Hong Kong, Guangdong o Fujian.

Algunos productos no especifican los ingredientes; otros incluyen algunos componentes que son vagamente similares a los del original. Si bien estas imitaciones parecen infringir la propiedad intelectual de compañías como Johnson & Johnson y , presentar demandas legales en países en desarrollo como Venezuela podría ser una tarea difícil.

El aumento de las imitaciones es bienvenido, aunque no es exactamente un motivo de celebración, en un país donde el sistema bizantino de controles económicos del Gobierno socialista ha provocado una grave escasez de papel higiénico, antibióticos, pan y muchos otros productos.

El hecho de que los clones tengan un precio económico es una ventaja. La inflación está fuera de control en Venezuela, y ha avanzado a un ritmo anual de más de 2,000% en los últimos tres meses, según el índice Café con leche de Bloomberg.

Una unidad de Head & Shoulders cuesta 118,000 bolívares, mientras que el precio de Hoed & Shouders es 32,000. Esto es aproximadamente la mitad del coste de un almuerzo corriente en Caracas. No está mal, especialmente si realmente hace que el cuero cabelludo deje de picar.

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