(Foto: AFP)
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Esporádicos cortes de caminos en distintos puntos de la capital chilena marcaban el martes el inicio de una nueva jornada de protestas, que ya se extienden por 40 días mientras el Gobierno intenta fórmulas para desactivarlas.

Las manifestaciones, detonadas inicialmente por un alza en el precio del transporte, han dejado más de 20 muertos y miles de heridos y detenidos, además de cuantiosas pérdidas por saqueos, incendios y destrozos.

Pese a que han bajado su intensidad frente a los primeros días, las acciones en la calle persisten, generando cierres temporales de estaciones del tren subterráneo y retrasos en el transporte público.

“Esto no para”, dijo a Reuters Rosa Olarce, vendedora de una farmacia quien esperaba por largo rato junto a decenas de personas un bus para llegar a su trabajo. “Pero hay que ver qué se logra (con las protestas)”, agregó.

La noche del lunes, barricadas flameantes bloqueaban varios puntos del centro de la ciudad, mientras resonaba un fuerte “cacerolazo” convocado por redes sociales.

Camioneros amenazaron con más interrupciones de caminos en la jornada y circulaban convocatorias a nuevas manifestaciones, mientras una confederación de sindicatos llamaba a unirse a una huelga nacional.

Los anuncios de paliativos por parte del Gobierno de Sebastián Piñera y el pacto entre las distintas fuerzas políticas para una nueva Constitución no parecen convencer a los manifestantes que exigen mejoras en salud, educación y pensiones, entre otros reclamos.

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