FOTO 9 | Carne cultivada en laboratorio. ¿Se comería una hamburguesa que sabe que ha sido cultivada en un laboratorio? La carne desarrollada a partir de células cultivadas podría reducir los costos ambientales de la producción de carne y eliminar el tratamiento poco ético que sufren los animales que se crían para la producción de alimentos. Las nuevas empresas como Mosa Meat, Memphis Meats, SuperMeat y Finless Foods están atrayendo la atención de los inversores, a pesar de que los costos de producción siguen siendo muy altos y los resultados de las pruebas de sabor aún no son del todo satisfactorios. Con la constante mejora de la tecnología, el pato, el pollo y la carne de res producidos sin sacrificio de los animales podrían ser parte de nuestra alimentación antes de lo que cree. (Foto: Difusión)
FOTO 9 | Carne cultivada en laboratorio. ¿Se comería una hamburguesa que sabe que ha sido cultivada en un laboratorio? La carne desarrollada a partir de células cultivadas podría reducir los costos ambientales de la producción de carne y eliminar el tratamiento poco ético que sufren los animales que se crían para la producción de alimentos. Las nuevas empresas como Mosa Meat, Memphis Meats, SuperMeat y Finless Foods están atrayendo la atención de los inversores, a pesar de que los costos de producción siguen siendo muy altos y los resultados de las pruebas de sabor aún no son del todo satisfactorios. Con la constante mejora de la tecnología, el pato, el pollo y la carne de res producidos sin sacrificio de los animales podrían ser parte de nuestra alimentación antes de lo que cree. (Foto: Difusión)

En , el país del mundo que más carne per cápita consume y donde la hamburguesa y el perrito caliente son casi símbolos nacionales, se está abriendo hueco con fuerza un producto vegetal que hace las delicias tanto de carnívoros como de vegetarianos: la "carne" de plantas.

Se trata de sucedáneos con el mismo color, textura y sabor que los productos originales, pero que están elaborados con proteínas vegetales provenientes de guisantes y soja, a las que se añaden otros componentes como aceite de coco y fibras vegetales, y se les somete a varios procesos de vaporización, presión y cambios de temperatura.

En algunos casos incluso se usa zumo de remolacha para simular la sangre que suelta la carne al ser cocinada, todo con el objetivo de que el comensal sea incapaz de distinguir una hamburguesa, una salchicha o una pechuga de pollo real de una elaborada exclusivamente con plantas.

"Amo a los vegetarianos como el que más. Pero ese no es el cliente en el que nos centramos", explicó en una entrevista reciente Pat Brown, fundador de una de las empresas que más destacan en el sector, Impossible Foods.

El objetivo de Impossible Foods, como el de las otras dos grandes firmas de esta industria, Beyond Meat y JUST, es atraer al estadounidense medio, quien, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con 98.3 kilos de carne al año, es el mayor consumidor del planeta.

Aunque la tarea por delante parece titánica -Brown asegura que quiere eliminar a los animales de la dieta humana en los próximos 16 años-, los pasos dados hasta ahora invitan al optimismo: las ventas de carne de plantas crecieron un 23% el año pasado y ya representan un negocio de US$ 700 millones anuales.

Estos datos, fruto de un estudio del mercado llevado a cabo por la firma de análisis Nielsen, también indican que la facturación por carne de plantas en ya representa casi un 1% del total de la industria cárnica, una cifra que si bien es aún muy reducida, señala la rápida penetración que este producto está teniendo en el mercado.

La empresa afirma que lleva a cabo de forma periódica pruebas de sabor con consumidores aleatorios en las que ha hallado que "la mayoría" cree que el producto que están consumiendo proviene de un animal y no son capaces de distinguir una de sus hamburguesas de una hecha con carne de ternera.

Y eso es justo lo que quiere: que el carnívoro concienciado con el medioambiente pueda seguir disfrutando de su comida sin estar contribuyendo al crecimiento de una industria, la cárnica, cuya huella ecológica es muy elevada (emisión de grandes cantidades de metano y dióxido de carbono a la atmósfera, ingente consumo de agua y de pasto por parte del ganado, etc).

El éxito de la carne de plantas está siendo tal que todas las firmas productoras aseguran que no pueden cubrir la demanda generada con la oferta actual y Beyond Meat, que salió a bolsa el 2 de mayo, ha protagonizado con una subida de valor del 163% en su primer día la mejor salida al mercado de valores en Estados Unidos de lo que va del 2019, por encima de empresas tan mediáticas como Uber o Lyft.

Pero quizá el mejor dato para reflejar la revolución que están suponiendo estos productos es el hecho de que la icónica cadena de hamburgueserías Burger King haya incluido hamburguesas de plantas en los menús de cientos de sus restaurantes en el país y haya anunciado que lo hará en todos ellos antes de que termine el año.

Para quienes pese a todo ello sigan siendo escépticos con respecto al potencial de que la carne de plantas logre entrar con fuerza en el mercado, hay un antecedente que puede resultar premonitorio: el caso de la leche elaborada a base de plantas.

Esta categoría, que incluye la leche de soja, de almendra y de coco, apenas tenía presencia en el mercado estadounidense hace una década, y hoy en día supone el 13% de toda la leche vendida en el país.

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