El brexit amenaza el mercado laboral

En este cálido mes de junio, la temporada de fresas está a pleno gas en Kent, en el sur de Inglaterra. Pero ante la ausencia de mano de obra temporal para cosecharlas, las frutas podrían podrirse, un problema exacerbado por el Brexit.

"Las agencias de contratación dicen que no podrán prever los puestos vacantes después del mes de agosto, por lo que tendremos un problema", dice Alastair Brooks, quien gestiona una explotación de 60 hectáreas cerca de Faversham, en pleno corazón de Inglaterra.

Entre abril y noviembre de cada año, produce unas 1,200 toneladas de fresas y 400 toneladas de frambuesas.

"El año pasado aún había cuatro o cinco candidatos por cada puesto. Este año nos vemos obligados a correr detrás de ellos", afirma Brooks, quien emplea a 20 trabajadores permanentes y 180 temporales. "Habrá frutas que no se cosechen, y no solo en esta explotación".

Según un estudio del British Summer Fruits, la principal organización profesional del sector, tres productores de frutos rojos de cada cinco experimentan dificultades para reclutar a los alrededor de 30,000 temporeros que necesitan, y de los que un 95% suelen proceder del este de Europa.

"En este momento hay una carencia de entre 10 y 15% de trabajadores en las explotaciones", calcula Nick Marston, presidente del grupo de presión de esta industria en pleno auge, que en 20 años aumentó en 131% su volumen de negocios hasta superar los 1,200 millones de libras en 2017 (1,360 millones de euros, US$ 1,590 millones de dólares).

El problema afecta a todo el sector hortícola y amenaza con acentuarse.

Con la reducción del desempleo en Bulgaria y Rumania, el número de candidatos a emigrar se reduce, un fenómeno amplificado por la próxima salida de Reino Unido de la Unión Europea, que plantea incertidumbres administrativas, temores de agresiones xenófobas y, sobre todo, la caída de la libra esterlina.

Abrir las fronteras

"Este año no me da miedo pero si ponen en marcha un Brexit duro, me quedaría en Rumania", advierte Maria Parnic, de 37 años y quien acude a trabajar desde hace siete a la explotación de Brooks.

Stephanie Maurel, directora general de Concordia, una de las agencias de contratación más importantes, lo confirma. "Realmente nos costó contratar el año pasado [...] y desde mayo es aún más difícil".

Y esto a pesar de los estímulos financieros concedidos por algunos empleadores a los trabajadores temporales, de los que la mayoría reciben el salario nacional de subsistencia: 7.83 libras por hora (8.86 euros, US$ 10.3 ), con el pasaje de avión pagado, alojamiento parcialmente cubierto, prima de productividad...

¿E incentivar a los trabajadores británicos? Algo difícil en un país cercano al pleno empleo, donde los desempleados se concentran sobre todo en las zonas urbanas. "Tuvimos dos en seis meses, no hay ningún interés" por este "trabajo muy, muy duro", según Stephanie Maurel.

Para solucionarlo, los productores reclaman al gobierno que abra las puertas a los trabajadores temporales de países de fuera de la UE, como ya hacen España, Portugal, Alemana o Irlanda.

Reino Unido, que aprobó la salida de la UE sobre todo para poner freno a la inmigración europea "es quizás, irónicamente, el único país que solo recluta en el seno de la Unión Europea", lamenta Stéphanie Maurel.

Gobierno "paralizado"

Sin una acción rápida del Ejecutivo, "paralizado" por el Brexit, los efectos podrían ser devastadores, advierte British Summer Fruits.

"Nuestros productores invierten millones de libras en sus explotaciones y ya no saben si tendrán empleados temporales el 1 de enero de 2021, cuando termine el acuerdo de transición", con la UE, señala alarmado Nick Marston.

Un portavoz del ministerio de Agricultura indicó que este trabajaba "estrechamente con el ministerio del Interior para garantizar que las necesidades de mano de obra se satisfagan tras la salida de la UE".

A falta de solución hay un alto riesgo de que se reduzca la producción nacional de frutos rojos, destinada fundamentalmente al mercado interior, en beneficio de las importaciones, considera Marston.

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