Brexit sin acuerdo final, para muchos un Armagedón
Brexit sin acuerdo final, para muchos un Armagedón

Los diarios anticipan escasez de alimentos, acopio de medicinas, vuelos suspendidos y soldados en las calles si el país se sale de la UE a comienzos del año que viene sin haber resuelto el futuro de sus relaciones con ese bloque.

Las posturas en ambos bandos, los que están a favor y en contra de la salida, se han endurecido y funcionarios británicos han hecho declaraciones sobre una salida sin un acuerdo que podría afectar el comercio con Europa.

La primera ministra Theresa May no hizo sino aumentar la inquietud al decir que su gobierno se preparaba para cualquier eventualidad.

Resulta muy difícil negociar los términos de la salida e interrumpir vínculos surgidos a lo largo de décadas, indicó Ben Fletcher, director de asuntos exteriores de la asociación de productores.

“Estamos tratando de revertir 40 años de integración en una negociación de cuatro a seis semanas; eso es aterrador”, comentó Fletcher. “El nivel de complejidad es parecido al de la división de un átomo”.

Las tensiones aumentan a medida que pasa el tiempo. Más de dos años después de que los británicos decidiesen irse de la UE, los dos bandos dicen que hay que terminar un acuerdo para octubre para asegurarse de que es aprobado por todos los países del bloque antes de la partida británica, pautada para el 29 de marzo.

Sin un acuerdo, 40 años de relación comercial entre Gran Bretaña y Europa habrán llegado a su fin y se fijarán tarifas a las importaciones y controles fronterizos que podrían demorar las entregas de todo, desde alimentos hasta combustibles y vehículos.

Gran Bretaña, por otro lado, quedaría afuera de los acuerdos europeos que gobiernan la aviación y la venta de medicinas, amenazando con forzar la suspensión de vuelos y alterando el abastecimiento de medicinas.

Comentarios de la semana pasada del secretario del Brexit Dominc Raab y el secretario de salud Matt Hancock sobre los preparativos del gobierno generaron rumores de que los supermercados estaban acopiando comestibles, los camiones tenían horas de demora porque estaban esperando poder cruzar los puertos fronterizos y los pasajeros tenían esperas de tres horas en la zona de control de pasaportes.

May dijo que espera negociar un acuerdo que facilite el comercio sin interrupción, pero que de todos modos su gobierno se prepara para “cualquier eventualidad”.

“Esto no es cuestión de acopiar productos”, declaró en una entrevista con el Canal 5 de la televisión británica. “Debemos asegurarnos de que podemos seguir haciendo lo necesario cuando nos salimos de la Unión Europea si no tenemos un acuerdo”.

Al revuelo contribuyó un informe de funcionarios gubernamentales de Dover sobre el impacto que tendría una salida de la UE sin un acuerdo comercial en el puerto de ferries de más movimiento de Europa. El informe concluye que habrá grandes demoras en el cruce del Canal de la Mancha.

“Si se pierde mucho tiempo, los productos perecederos se podrían arruinar, interrumpiendo la cadena de abastecimiento”, dijo el informe.

Las consecuencias del Brexit, como se llama a la salida de la UE, pueden ser enormes. La firma farmacéutica Sanovi empezó a almacenar medicinas y vacunas en el marco de planes de contingencia a entrar en vigor si se demoran las entregas después de Brexit.

La aerolínea Ryanair, la más usada de Europa, planea incorporar una cláusula a sus tickets advirtiendo que los pasajes no serán válidos si Brexit altera los vuelos entre Gran Bretaña y la UE.

Partidarios de Brexit como Marcus Fysh, parlamentario del Partido Conservador, de gobierno, acusan al gobierno de montar una campaña del miedo que busca convencer al electorado que es mejor aprobar una versión débil de Brexit que mantendrá a Gran Bretaña atada a Europa por años.

“Eso es irresponsable, disparates alarmistas que deben terminar ya mismo”, expresó Fysh a la BBC. “Deberían apoyar a Brexit, que es lo que votó la gente”.

La inquietud aumentó después de que el gobierno propuso los términos de su salida de la UE. La propuesta contempla el fin del movimiento libre del trabajo y de la jurisdicción de la Corte Europea de Justicia, y la creación de una unión aduanera para el comercio de bienes y productos agrícolas.

La UE rechazó prestamente la iniciativa. Su principal negociador, Michel Barnier, reiteró que Gran Bretaña no puede retener el acceso a los mercados europeos si no acepta los principios básicos del bloque.