¿Logrará el Reino Unido un acuerdo para el Brexit? (Foto: AFP)
¿Logrará el Reino Unido un acuerdo para el Brexit? (Foto: AFP)

Fiasco informático. Errores en la contabilidad. Escándalos de gestión de personal. El camino de las finanzas está sembrado de minas para los bancos pequeños que intentan competir en el Reino Unido con unos gigantes históricos que dominan gracias a su fama global.

Ya se trate de entrar en una sucursal bancaria o de abrir una cuenta en línea, a los británicos les cuesta cambiar sus hábitos y en su gran mayoría acuden a grandes bancos como Barclays, HSBC, Lloyds Banking Group, RBS y la filial local del gigante español Santander.

Estas cinco entidades se reparten, según la prensa especializada, el 75% del mercado bancario comercial a pesar de los reveses para su negocio y su imagen que les asestó la crisis financiera global de 2008.

Hay "una ausencia notable de competidores importantes de talla media", señala Stephen Jones, director general de la asociación profesional UK Finance, en un reciente informe sobre el sector.

Este dominio es paradójicamente el resultado de la crisis que llevó a la quiebra de varias entidades y provocó una ola de fusiones y adquisiciones que acabó reforzando a los grandes bancos.

"En la industria bancaria, tras una gran crisis financiera, hay siempre una consolidación que implica menos actores en el mercado", dice Emmanuel Mamatzakis, profesor de finanzas en la Universidad de Sussex.

Estos cinco gigantes más el grupo mutualista Nationwide suman unos 1.8 billones de libras en activos, frente a 360,000 millones para sus competidores.

Sin embargo, tras la crisis muchos pretendientes intentaron hacerse un hueco aprovechando la impopularidad de los grandes bancos. Entre estas pequeñas entidades, conocidas como "challengers", destacan Metro Bank, TSB -filial del español Sabadell- CYBG o empresas de banca en línea como las "fintechs" Revolut y Monzo.

Pero, pese a tener ahora millones de clientes, estos grupos no logran dar el gran salto y se han visto recientemente lastados por diferentes escándalos.

¿"Fans" o clientes?

La atención se centró últimamente en Metro Bank, que va de capa caída después de haber registrado un rápido crecimiento tras su lanzamiento en el 2010 por el polémico empresario estadounidense Vernon Hill, que se refiere a sus clientes como "fans".

Su banco, con 1.7 millones de clientes, tuvo que captar fondos de urgencia tras enfrentarse a un desplome de sus beneficios y a una investigación del organismo regulador por haber clasificado por error como "poco arriesgados" préstamos inmobiliarios dudosos.

Esto ocurría unos meses después de que TSB registrase una gigantesca avería informática a raíz de un cambio de software que privó de acceso a cerca de dos millones de clientes, otro caso que dañó la reputación de estos bancos emergentes.

Tampoco las "fintechs", que aprovechan los cambios de hábitos de los consumidores para imponerse en internet, escaparon a los problemas.

La más emblemática, Revolut, tuvo que revisar sus prácticas después de ser criticada por la rudeza utilizada con sus empleados. Ahora afirma querer evolucionar hacia una cultura de empresa menos agresiva y proponer mejores servicios a sus clientes, bajo el impulso de su fundador Nikolay Storonsky, para quien los bancos tradicionales no tienen futuro.

Más allá de estos accidentes, la principal dificultad para el conjunto de estos bancos es superar los numerosos obstáculos reglamentarios que engendran elevados costes. Deben además ser lo suficientemente sólidos a nivel financiero para convencer a los inversores de seguirlas.

Pese a todo, los profesionales del sector siguen convencidos del interés en tener un mercado más diverso, aunque solo sea para ofrecer una mayor elección a los consumidores en plena revolución digital.

Un informe de la Comisión del Tesoro del Parlamento británico alertaba recientemente, por otra parte, de la progresiva desaparición de oficinas físicas de los grandes bancos, un problema para las personas de mayor edad o sin acceso a internet.

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