Venezuela
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Como muchos de sus compatriotas, los médicos venezolanos se ven obligados a planear sus agendas en función de los apagones, que a menudo se deben por una infraestructura en colapso y llegan sin advertencia.

Los profesionales de la salud del país han tenido que trabajar a oscuras, de diversas maneras. La última vez que el Ministerio de Salud publicó el boletín mensual de epidemias fue en el 2016. Aunque el contagio se disemine, "no existe un mecanismo nacional oficial para recopilar y catalogar datos sobre brotes", me comentó el patólogo de enfermedades infecciosas Alberto Paniz-Mondolfi, miembro de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela. "Es como pelear a ciegas".

Y así es a través de Venezuela, donde un eclipse de información ha obstaculizado a los primeros en responder a la emergencia nacional y ha empeorado la situación de 29 millones de personas atrapadas en una crisis a causa de una catástrofe humanitaria.

Las sombrías imágenes y los recuentos de los medios de comunicación han resaltado las enfermedades letales, la escasez de alimentos, la violencia casi epidémica y el desorden económico. Sin embargo, después de años de negligencia burocrática, de una oscuridad intencional o de una combinación tóxica de ambas cosas, el alcance y la escala de estas terribles disfunciones son un misterio. Incluso los funcionarios conscientes se agitan en las sombras. Entretanto, los partidarios ponen peros y las autoridades tejen conspiraciones.

No carecen de cifras impresionantes. Sin embargo, los datos oficiales son parciales, a veces poco fiables y siempre tardíos. Consideremos el tamaño del agujero negro económico de Venezuela.

El gobierno central publicó por última vez los saldos fiscales en el 2013 y las cuentas consolidadas del sector público, entre ellas las de la petrolera estatal PDVSA, en el 2011, según Francisco Rodríguez, de Torino Capital, LLC. La última presentación en el país de una evaluación económica general, un requisito contractual en virtud del Artículo IV del Fondo Monetario Internacional, fue en el 2004.

¿Inflación? Venezuela no ha publicado una cifra oficial desde diciembre de 2015, y desde entonces ha sido una ruleta monetaria. El precio de una taza de café ha subido en seis cifras desde abril pasado, según el índice de café con leche de Bloomberg, mientras que Torino Capital estimó que una arepa de maíz costaba 300,000% más a fines del 2018.

La Asamblea Nacional controlada por la oposición es menos circunspecta y ubica la inflación general del año pasado en 1.7 millones por ciento. No llegan ni cerca al FMI, que recientemente identificó que los precios de consumo habían aumentado en 10 millones por ciento.

Seguir la pista del crimen es otra aventura actuarial. El Observatorio Venezolano de Seguridad Ciudadana, un organismo de supervisión gubernamental, no ofrece gráficos ni estadísticas sobre la violencia criminal, solo un párrafo en su página web que describe el homicidio como un "comportamiento reprochable". Y necesitamos más que buena suerte para encontrar estadísticas completas sobre el crimen en la división forense del sitio web del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz.

"El gobierno se ha negado a publicar estadísticas oficiales de homicidios en la última década", dijo Robert Muggah, académico de seguridad pública del Instituto Igarape en Brasil. Esto hace que la investigación detallada quede en manos de periodistas, investigadores independientes y grupos de defensa. La clasificación de las cifras es otro desafío.

Uno de los pioneros en descifrar el crimen es el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), un grupo de expertos privado y centro de defensa que examina los datos disponibles y las fuentes independientes de datos. Mientras que los forenses del gobierno señalaron una fuerte caída en la tasa de homicidios el año pasado, a 33 por cada 100,000 habitantes, OVV reportó una leve disminución en la tasa de "muertes violentas", a 81 por cada 100,000 residentes.

El problema es que la cifra de "muertes violentas" del observatorio incluye muertes por enfrentamientos con la policía ("autoridad de resistencia") y muertes "bajo investigación", un número compuesto que algunos analistas confunden inútilmente con homicidios.Este desorden estadístico es importante porque ningún país puede enfrentar problemas que no puede ver.

"La conclusión es que es casi imposible prevenir y reducir los delitos violentos sin datos confiables y consistentes", dijo Muggah.

Un mantenimiento defectuoso de los registros también da lugar a respuestas defectuosas. "Corremos el riesgo de alimentar el pánico social que puede terminar legitimando las políticas de línea dura que solo aumentan la violencia institucional", dijo Keymer Avila, experto en delitos del Instituto de Ciencias Penales de la Universidad Central de Venezuela.

Afortunadamente, muchos venezolanos están respondiendo a la confusión con innovación, emprendimiento e interconexión, que colindan con el espionaje. "Básicamente, tratamos de aprovechar los contactos personales en el gobierno, las relaciones que se construyeron en un momento en que el gobierno era mucho más abierto a los investigadores", me dijo la politóloga de la Universidad de Pensilvania Dorothy Kronick, quien ha estudiado el crimen en Venezuela.

"Mis relaciones fueron con el ministerio de Salud, que en el pasado publicaba datos de calidad. Pero hay un gran retraso. Acabamos de obtener los datos del 2015, lo cual no es de mucha utilidad cuando se informan historias sobre Venezuela, que está en continuo movimiento".

Para lograr una balanza comercial confiable, Torino Capital rastrea el tráfico de petroleros de Venezuela y examina los balances de 31 de los socios comerciales de la nación, que representan 84% del comercio exterior. ¿Y cómo calcular los pasivos en bonos locales que oculta el gobierno ilegítimo de Nicolás Maduro?

Simplemente trabajó hacia atrás desde la lista pública de inversionistas no residentes, quienes el año pasado tenían alrededor de US$ 57,000 millones, o el 81% de la deuda en bonos venezolana, dijo Rodríguez. Para completar la revisión más reciente de la empresa en el Libro Rojo sobre la economía de Venezuela, el equipo in situ de Rodríguez, de cinco miembros, tuvo que abandonar su oscura oficina en Caracas e irse a un hotel con su propio generador para los apagones.

Los riesgos son considerables. "Es muy, muy poco común analizar a un país como Venezuela, que dejó de publicar datos vitales hace años", dijo Rodríguez. "Eso ha ocurrido sólo en casos de guerra o invasión. El problema es que, en lugar de información, hacemos suposiciones sobre los datos y recurrimos a estimaciones, y los datos simulados no son datos reales. Terminas modelando con base en suposiciones, no en hechos reales".

Dejemos que la comunidad de salud recargada de Venezuela llegue a una de las respuestas más creativas frente a la brecha de información. Un grupo de médicos diseñó un sistema de vigilancia ciudadana, ante una escalada de enfermedades infecciosas, nuevos brotes de enfermedades antiguas y una falla en los informes epidemiológicos.

Se llama Epi-Veritas (un acrónimo en latín para verdadera epidemiología), y se lanzará en las próximas semanas. Reúne a médicos e investigadores médicos, hospitales y clínicas vecinales, y ciudadanos comunes, desde maestros de escuela hasta trabajadores de la comunidad.

Cada voluntario registra las observaciones diarias de los pacientes (exámenes clínicos y diagnósticos para profesionales, fiebre y síntomas genéricos para los trabajadores legos) y alimenta los informes en una plataforma en línea.

Allí, un algoritmo diseñado para analizar los datos sin procesar de acuerdo con los protocolos clínicos alerta a los médicos sobre posibles enfermedades: por ejemplo, fiebre, ojos rojos y erupciones por el virus del zika, o dolor severo en las articulaciones más fiebre asociada con chikungunya, otra enfermedad transmitida por mosquitos.Esta iniciativa no solo busca arrojar luz sobre un punto ciego inducido por la crisis, sino también actualizar el sistema análogo de exploración de Venezuela y convertirlo en una herramienta digital para la epidemiología en tiempo real.

"No ha habido inversión en salud pública por años. Todavía registramos casos a mano y luego alguien introduce los datos en una computadora", dice Paniz-Mondolfi. "Estamos tratando de construir un recurso impulsado por los ciudadanos para mantenernos al día con la información vital de salud pública que el gobierno ha abandonado".

A pesar de que el socialismo estatal ha dejado al país en la oscuridad, un puñado de ciudadanos privados están haciendo todo lo posible para conectar a Venezuela con el siglo XXI.

Por Mac Margolis