Amazonas. (Foto: AFP).
Amazonas. (Foto: AFP).

El río más largo y caudaloso del planeta se está desbocando, según el diario El País. Desde hace tres décadas, el ciclo natural de crecidas y sequías del se está acelerando: cada vez hay más de las unas y de las otras.

Registros iniciados a comienzos del siglo XX muestran que la frecuencia de las crecidas extremas es cinco veces mayor que antes. Desde 1903, se registra el nivel de las aguas del río Negro (el afluente principal del Amazonas) a su paso por el puerto de Manaos, la capital del Estado brasileño de Amazonas. Río abajo, a la altura de la localidad de Óbidos, se viene haciendo lo mismo desde 1970.Aquí el río se estrecha hasta los 1.7 kilómetros de ancho.

Los resultados del estudio, publicados en Science Advances, muestra que los eventos extremos son cada vez más frecuentes. Ya sean crecidas -con subidas del agua en Manaos de hasta 20 metros, o periodos secos, con bajadas de tasa 13 metros-, el ciclo se ha acelerado. Sin embargo, mientras las sequías aumentan de forma casi lineal, las crecidas se han multiplicado por cinco. Hasta la segunda mitad del siglo pasado, la frecuencia de sequías y crecidas casi iba en paralelo, con una extrema cada 20 años. Ahora, las segundas se producen cada cuatro años.

Más aún, las subidas del nivel del agua extremas, además de más frecuentes, son más intensas: tienden a alcanzar los 29 metros más veces y por más tiempo. Por ejemplo, en 2009 y 2012 el pico del agua superó los 20 metros, tardando 70 días en recuperar sus niveles. Con las sequías, tal aumento de la intensidad del evento no lo han detectado.

"El incremento de sequías severas en la cuenca amazónica ha acaparado la atención de los investigadores. Sin embargo, lo realmente destacable de este registro a largo plazo es el aumento en la frecuencia e intensidad de las crecidas. Con unas pocas excepciones: ha habido crecidas extremas en la cuenca amazónica cada año entre 2009 y 2015", dice el investigador de la Universidad Austral de Chile y principal autor del estudio, Jonathan Barichivich.

Hay una relación casi mecánica entre precipitaciones y el ciclo hidrológico del Amazonas. Así que la explicación del progresivo desbocamiento del río debe estar en el cielo. Según el estudio, el aumento de los eventos extremos estaría afectado por el fortalecimiento de la circulación Walker -un complejo sistema de circulación de corrientes atmosféricas movido por las diferencias de temperatura y presión del aire en la sección tropical del Pacífico- y, por otro lado, el calentamiento de las aguas en el lado opuesto, en el océano Atlántico. La dinámica de estos aires determina el patrón de lluvias sobre el Amazonas e influye en fenómenos meteorológicos como fenómenos meteorológicos como El Niño y en todo el clima del planeta.

El profesor de la escuela de Geografía de la Universidad de Leeds (Reino Unido) y coautor del estudio, Emanuel Gloor, comenta: "Este drástico aumento de las crecidas está provocado por cambios en los mares circundantes, en especial el Pacífico y el Atlántico y su interacción entre ellos. Debido a un fuerte calentamiento del océano Atlántico y el enfriamiento del Pacífico en el mismo periodo, se observan cambios en la circulación Walker, lo que afecta a las precipitaciones sobre el [norte] del Amazonas".

En cuanto a las causas últimas, los investigadores no lo tienen del todo claro. Buena parte de este patrón puede deberse a una variabilidad natural que puede operar en plazos temporales muy largos, más allá del inicio de los registros de 1903. Pero el cambio climático, con su calentamiento global, está afectando los patrones de la circulación atmosférica global y la circulación Walker forma parte de esta especie de cinta transportadora del aire que gobierna el clima.

"Estos recientes cambios en los océanos tropicales y en el ciclo hidrológico de la Amazonía han tenido profundas consecuencias para la población y sus modos de vida en Brasil, Perú y otras naciones amazónicas", explica Barichivich, que añade: "Los hallazgos de nuestra investigación sugieren que este tipo de eventos extremos podrían seguir ocurriendo con mayor frecuencia durante la próxima década ".