Opositores se manifiestan en Venezuela. (Foto: AFP)
Opositores se manifiestan en Venezuela. (Foto: AFP)

En los últimos dos meses, muchos de los aliados estadounidenses se han mostrado preocupados por la posibilidad de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hable en serio cuando dice que "todas las opciones están sobre la mesa" en lo que respecta a , pero lo cierto es que debieron prestar más atención al presidente ruso, .

Dos aviones rusos con personal y equipamiento aterrizaron en Caracas el sábado, lo que motivó una guerra de palabras entre Moscú y Washington.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, advirtió que su país "no permanecerá impasible" mientras Rusia sigue armando al régimen ilegítimo de . El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, respondió que su gobierno se opuso al golpe encabezado por Estados Unidos en Venezuela. 

Parte de esto hace recordar a Siria. En 2015, luego de que Lavrov ayudara a negociar el acuerdo nuclear con Irán, Rusia selló otro convenio, con Damasco, para establecer bases aéreas en Siria y trabajar de cerca con fuerzas y milicias iraníes para recuperar territorio tomado por rebeldes contrarios al gobierno.

se quejó pero no hizo nada para evitar que Putin controlara el espacio aéreo en ese país. Al día de hoy, Rusia es el poder influyente en Siria y su cliente, el presidente Bashar al-Assad, se mantiene al mando.

No obstante, la analogía con Siria llega hasta cierto punto. Los vuelos rusos a Caracas no son lo que parecen, según un funcionario estadounidense que trabaja de manera cercana en la crisis. De acuerdo con estimaciones de Estados Unidos no ha habido incremento neto de personal ruso en Venezuela desde que comenzó la crisis en enero. Esta fuente señaló que las fuerzas rusas fueron enviadas para proteger al personal no militar de su país y realizar labores de mantenimiento al sistema de defensa aérea venezolano diseñado por los rusos, que sufrió daños este mes luego de una falla en la red eléctrica del país sudamericano. 


El principal valor de la iniciativa rusa es simbólico. Surge justo cuando aumenta la presión sobre los líderes militares venezolanos para que lleguen a un acuerdo con la oposición democrática a fin de destituir a Maduro y celebrar elecciones. La ayuda militar rusa es una señal de que, por ahora, Moscú no tiene previsto romper relaciones con su cliente.

Sin embargo, esa posición no es sostenible a largo plazo, ni para Rusia ni para . Venezuela debe miles de millones de dólares a ambos países y no hay esperanza de pagar mientras sigan vigentes sanciones secundarias a la petrolera estatal de la nación. Para Rusia, China y muchos de los aliados restantes de Maduro será cada vez más costoso mantener al usurpador en el poder. 


Mientras tanto, parece que Trump dará una respuesta económica a la ayuda militar rusa más reciente. El gobierno considera actualmente sanciones adicionales y medidas de cumplimiento contra Venezuela.

Ya surge cierta presión para adoptar este enfoque en el Congreso. El martes, el senador Robert Menendez escribió una carta a Pompeo en la que preguntó si las transacciones militares rusas con Cuba, Nicaragua y Venezuela se pueden sancionar en relación con nuevos castigos a Rusia aprobados en el 2017. Menendez basó su carta en informe de la Agencia de Inteligencia de la Defensa del año pasado que detalló que Rusia vendió a Venezuela 10 helicópteros de ataque remodelados en el 2017. El senador agregó que sospecha que Rusia ha vendido más equipamiento desde entonces.

No obstante, hasta el momento Rusia no ha enviado suficientes armas o tropas para que Maduro se vea beneficiado. Sanciones adicionales debieran hacer desistir aún más a los rusos. En ese caso, el gobierno de Trump podrá continuar con lo que ha sido a grandes rasgos una política bipartidista: fomentar una transición democrática sin violencia en Venezuela.

Eli Lake
(*) Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.