Rusia
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se dispone a romper la tendencia de las ciudades que deben lidiar con la factura por la organización de la de fútbol mucho tiempo después de que el principal evento deportivo haya terminado.

A diferencia de varias de las regiones que sufrieron una acumulación de deuda, Moscú evitó un aumento en los préstamos a pesar de asumir grandes gastos, todo gracias a su "presupuesto excepcionalmente flexible", según Moody’s Investors Service.

La capacidad de la capital para eludir un ajuste de cuentas financiero encaja con un patrón más amplio que diferencia al gobierno local del resto del país más grande del mundo.

La capital se está beneficiando de un ingreso inesperado de financiamiento que la convirtió en un estado dentro de un estado, y está disfrutando de un frenesí de construcción libre de deuda financiada con los pagos de impuestos de las compañías más grandes del país y familias adineradas que ninguna otra región puede igualar.

Mientras Rusia derrochó más de US$ 11,000 millones en seis años para la transformación de casi una docena de ciudades para celebrar la Copa del Mundo, la generosidad representó solo una fracción del gasto anual típico de Moscú.

Los proyectos de transporte por si solos obtienen hasta 550,000 millones de rublos (US$ 9,000 millones) al año, un ritmo que el Ayuntamiento quiere mantener al menos durante la próxima década, dijo el vicealcalde Maxim Liksutov en una entrevista.

"Moscú ganará más que nadie como resultado del campeonato", dijo Konstantin Anglichanov, director de finanzas regionales internacionales de Fitch Ratings. En otras regiones, con la posible excepción de San Petersburgo, "la situación financiera puede empeorar, especialmente si las autoridades deciden poner los estadios bajo control local", dijo.

El enorme desequilibrio pone de manifiesto una divergencia más amplia. Moscú aporta más de un quinto del producto regional bruto agregado del país, mientras que representa solo alrededor del 8% de la población nacional. La gran cantidad de inversión apenas se desaceleró incluso cuando el gasto de capital en general disminuyó con la recesión más larga del régimen de Vladimir Putin.

La ciudad, sede de operaciones para más de la mitad de las compañías más grandes de Rusia, depende de los impuestos para el 90% de sus ingresos operativos. Moscú, que alguna vez fue el mayor prestatario en los mercados internacionales de capital entre las ciudades rusas, no ha tenido que vender nada de deuda durante cinco años.

Es más, en el 2022 planea reembolsar sus últimas obligaciones en circulación, según Elena Zyabbarova, jefa del departamento de finanzas del gobierno local.

El vertiginoso crecimiento y ambición en Moscú no es necesariamente malo para el resto de Rusia, según Liksutov, que es responsable del transporte y la infraestructura vial en el Ayuntamiento. El gasto beneficia a todo el país, ya que gran parte de lo que Moscú compra proviene de fábricas en toda Rusia, compra el 30% de los autobuses y el 90% de todos los vagones de metro, agregó.

"El transporte es uno de los principales impulsores aquí", dijo Liksutov. Además, "la construcción es la principal fuente de impulso para desarrollar toda la economía, porque lo que está sucediendo en Moscú es una gran ventaja para el resto de Rusia", dijo.

Los desembolsos locales en infraestructura son comparables a lo que Putin quiere gastar en el resto del país en total en su actual mandato de seis años, un objetivo que está presionando al gobierno para pedir préstamos y crear un fondo de inversión especial.

La capital de Rusia, la ciudad más grande de Europa después de Estambul, con una población de alrededor de 12 millones de personas, no enfrenta el mismo desafío de buscar fondos.

Fitch estima que la deuda directa de la ciudad se mantendrá por debajo del 5% de los ingresos actuales en el mediano plazo, en comparación con una proporción de solo un 1.6% en el 2017. "Tiene un margen significativo para aumentar la deuda", concluyó la calificadora en un informe de abril.

Algunos préstamos podrían resultar útiles, ya que el Ayuntamiento no muestra señales de desaceleración. Se ha embarcado en un gigantesco programa financiado por el estado para reemplazar más de 5,000 viviendas prefabricadas de la era soviética por nuevos rascacielos a un costo de alrededor de 3 billones de rublos.

La ciudad también planea lanzar otras 15 estaciones de metro este año, para agregarlas a las nueve que ya se han inaugurado hasta ahora en el 2018. La longitud total de las líneas de metro planea duplicarse para el 2025.