Volver a empezar

Redacción Gestión

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EDICIÓN IMPRESA

Ni bien fue lanzada en junio de 1999, Napster se convirtió en la empresa de la que todos hablaban en Estados Unidos y una de las de crecimiento más veloz, al tiempo que sus adolescentes fundadores, Shawn Fanning y Sean Parker, ejemplificaban lo "cool". Pero la gloria de este servicio para compartir música vía Internet fue efímera.

Las disqueras la llenaron de juicios, bajo el argumento de que su tecnología, que facilitaba la piratería, era tan peligrosa e ilegal como la drogadicción de un rockero punk. En el 2001, un juzgado dictaminó que Napster contribuía con la comisión de infracciones contra los derechos de autor. La empresa se declaró en bancarrota y su marca fue vendida.

En vista de que se convirtieron en los anticristos de la industria musical, Fanning y Parker han pasado los últimos quince años intentando reconvertirse y lanzando nuevos emprendimientos, con resultados mixtos. Parker dice que sobrevivir la "épica tragedia griega" de Napster ha creado en ambos una "resiliencia anormal".

Gracias a su buen ojo por las oportunidades de negocio y buen estómago para la controversia, Parker se ha creado el hábito de ser expulsado de una empresa para reaparecer en otra. Napster le despidió un año antes de su caída, después fundó Plaxo —un servicio de libreta de direcciones digital—, pero los inversionistas le pidieron irse. Luego fue presidente de Facebook y nuevamente tuvo que renunciar tras ser arrestado por supuesta posesión de cocaína —aunque nunca enfrentó cargos—.

Su involucramiento en Facebook le hizo multimillonario. En la película "La red social", Justin Timberlake lo interpreta como un tipo fatuo y codicioso. A menudo, su audacia ha rendido frutos. Cuando oyó de Spotify, un servicio sueco de transmisión online de música, le escribió una extensa carta a su fundador, Daniel Ek, detallando sus ideas para el negocio. Entonces fue invitado a integrar su directorio y ayudó con su expansión en Estados Unidos.

Fanning, por su parte, fue el rostro visible de Napster, pero al ser el más introvertido, no le ha sido fácil volver al ruedo. Por ejemplo, intentó con un servicio de administración de derechos de autor, Snocap, pero las disqueras no se interesaron y el éxito de iTunes sepultó su destino. Su mayor triunfo fue Rupture, una red social para fanáticos de los videojuegos, que en el 2008 vendió por US$ 15 millones.

Los intentos de los fundadores de Napster ilustran cuán difícil puede ser estar a la altura del ideal del "emprendedor en serie". El éxito en una nueva empresa puede facilitar la atracción de financiamiento y talento para la próxima, pero también puede hacer pensar a los inversionistas que ellos propiciaron ese buen desempeño y no la oportunidad o las condiciones de mercado, señala William Sahlman de la Escuela de Negocios de Harvard. Ni siquiera a Steve Jobs le fue bien en su segunda aventura, NeXT, que fabricaba computadoras de alta gama.

Para Parker, la fama de Napster también puede ser un pasivo: cuando se reunió con el jefe de una disquera para negociar licencias con Spotify en Estados Unidos, este le preguntó: "¿Vino aquí en su jet privado? Yo solía tener uno antes de Napster", le espetó a gritos y con gran cantidad de lisuras.

En el 2012, Fanning y Parker volvieron a unir fuerzas para lanzar Airtime, un servicio de videochat, que todavía no despega y cuyo futuro parece incierto; pero Bob Pittman, CEO de Clear Channel y miembro del directorio de aquella, afirma que pese a su variado historial emprendedor, ambos "ejercen una influencia sobre este sector que no es reconocida", al ofrecer tras bastidores asesoría sobre las ideas de otros.

Ciertamente, se adelantaron en identificar el potencial social de Internet y su capacidad para conglomerar gente alrededor de intereses comunes como la música. Napster ayudó a inspirar la "sharing economy" (consumo colaborativo), en la que el software actúa como un intermediador entre personas que no se conocen con una necesidad común. Es el caso de Aurbnb, un servicio para alquiler de habitaciones, así como Lyft y Uber, que permiten compartir transporte vehicular.

Al haber logrado que una generación de consumidores piense que la música puede y debe ser de libre acceso online, Napster fijó los términos para la versión básica de Spotify, que proporciona a los consumidores una rocola online ilimitada acompañada de avisos publicitarios.

En suma, Napster es otra más en la larga lista de compañías pioneras en cambiar la tecnología, solo que otros fueron quienes se beneficiaron. El fenómeno se remonta a Johannes Gutenberg, el inventor de la imprenta en el siglo XV, que murió en la ruina. Desde Motorola hasta Netscape —quizás algún día se les una bitcoin—, la historia está llena de inventores visionarios y empresas cuyos sucesores recogieron las recompensas de su ingenio.

Parker dice que está observando un retorno a 1999: algunas nuevas empresas tipo Napster están siendo valorizadas por millones de dólares, lo cual está atrayendo hordas de jóvenes ambiciosos pero con pocas ideas creativas. Una lección para estos aprendices de emprendedor es que el éxito tiene que ver con mucho más que con desear ser millonario.

Pero otra lección es que el fracaso inicial no debe detenerlos. A los 33 y 34, respectivamente, Fanning y Parker todavía poseen el tiempo y la determinación para intentar un poco más de disrupción creativa.

Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez© The Economist Newspaper Ltd,London, 2014

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