Con sabor agridulce

Redacción Gestión

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Enrique Castillo P.Periodista

Se cierra esta semana con un sabor agridulce, y con una extraña sensación de que las cosas caminan, pero que algo no anda muy bien. Y quizá sea porque se le está dando más importancia a los "gestos políticos", que a la búsqueda de resultados a través de acciones desarrolladas sobre bases más sólidas.

El contraste entre la manera como se encaraba lo sucedido en Ica y lo ocurrido en Cusco, nos generó la idea de que no había en el Gobierno un adecuado sentido de las proporciones. Diversas instituciones públicas –bien dirigidas por el primer ministro desde el primer momento y otros ministros- y varias empresas privadas aportaron su mejor esfuerzo y capacidad profesional para rescatar a nueve mineros informales.

Cuando ya todo estaba bien encaminado y se esperaba solo su salida por el túnel, se supo que varias decenas de trabajadores habían sido secuestrados en Echarate, Cusco, por terroristas de Sendero Luminoso (SL). Sin embargo, y a pesar de la gravedad del hecho y de la cantidad de vidas en riesgo, el Gobierno no pareció darle la misma importancia, y prefirió –con presencia del presidente (que justo había dado "por muerto" a SL) y parte del Gabinete- celebrar el éxito del rescate en Ica.

Otro caso es el de Cajamarca. Durante las últimas semanas fue el Gobierno el que movió mejor sus fichas, buscando dividir el frente anti-Conga. Sin embargo, en vez de consolidar esa línea, el Ejecutivo ha preferido dar otra imagen, y con un perfil muy alto ha hecho evidente la presencia de muchos policías y militares en la zona. Obviamente, el Estado debe actuar frente a riesgos y brindar seguridad, pero "trabajar al susto" también tiene sus riesgos, y puede acentuar la sensación de que el Gobierno necesita militarizar sus acciones o recurrir a la "mano dura" para alinear a la población, en lugar de convencerla. La presencia militar es coyuntural y no puede ser eterna, la presencia del proyecto será por muchos años.

Si a esto le agregamos la versión sobre la salida del jefe del INPE; el papelón del Indecopi en el caso de la U; y algunos otros temas como el del gasoducto del sur y la participación de Petroperú; quizá pueda, usted lector, entendernos por qué tenemos ese sabor agridulce.

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