Qué pena por Lima

Redacción Gestión

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Los promotores de la revocatoria a la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, han dado un paso importante al lograr que el Reniec les valide las firmas necesarias para llevar adelante el proceso. Corresponderá ahora al Jurado Nacional de Elecciones y a la ONPE resolver todos los recursos pendientes, convocar a la consulta y llevar adelante el proceso. La revocatoria es un derecho ciudadano, por lo que, si se reúnen y cumplen todos los requisitos legales para llevarla adelante, no hay reclamo que prospere contra ella, ni aquí ni en ninguna otra parte. Pretender hacer de esto un caso que trascienda fronteras y vaya hasta los organismos internacionales no tiene ningún sentido. Tratar de parar la revocatoria sustentando recursos en la tesis del complot parece que ya no ayuda. Esos son argumentos que se deben guardar para lo que se viene. Le toca ahora a la actual administración de la ciudad, con la alcaldesa a la cabeza, iniciar su campaña para tratar de convencer a los ciudadanos de que no hay razones para sacarlos del cargo. Allí es donde tienen que dar la batalla y gritar a los cuatro vientos sus argumentos. Si no lo hacen, sus enemigos políticos les van a ganar la partida. Se adelanta así el proceso de rendición de cuentas, y, simultáneamente, se va a dar inicio a una nueva campaña electoral municipal, muy anticipada y desgastante, que tendrá tres partes: la primera que buscará generar la vacante (la revocatoria), la segunda que buscará llenarla temporalmente (las elecciones complementarias), y la tercera y definitiva que buscará hacerse del sillón municipal (las elecciones del 2014). En este tema no hay secretos, y todos sabemos quiénes están detrás de todo esto, empujando el proceso, frotándose las manos y preparándose para atacar, competir y regresar. Todos sabemos también que fue la misma administración municipal, y la misma alcaldesa, quienes dieron la excusa y la justificación para que muchos ciudadanos pusieran su firma en los padrones, al no saber cómo asumir y llevar adelante un gobierno municipal que les cayó del cielo. Se sumó a eso una muy mala política de comunicación de la alcaldesa, que la apartó de mucha gente que la apoyó en la campaña. Qué pena por Lima.

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