Machu Picchu: El reino del caos y la informalidad

Redacción Gestión

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CUIDADO. Machu Picchu es el ejemplo perfecto de la ineficiente administración pública peruana. La semana pasada, la Contraloría General de la República sorprendió a todos con una noticia que seguramente ha causado incomodidad en el gobierno. La ciudadela inca, emblema turístico del Perú y una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo, está siendo sometida a un exceso de visitantes y las autoridades no están haciendo nada para evitarlo, sino que lo ocultan.

Hay que recordar que Machu Picchu se ubica en una zona cuyo equilibrio ecológico es delicado y, por ende, merece el mayor cuidado a fin de que pueda preservarse. Esta sobrecarga de afluencia afecta sus estructuras y genera un incremento en la generación de residuos sólidos, lo que altera la flora y fauna del Santuario Nacional dentro del cuyos límites se ubica el sitio inca.

Según reportes del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), adscrito al Ministerio del Ambiente (Minam), se ha recibido visitantes hasta por un 32% más de lo permitido. Asimismo, la Dirección Regional de Cultura (DRC) Cusco, que depende del Ministerio de Cultura, emitió entre 300 y 400 tickets adicionales, en diferentes ocasiones, así como exoneraciones para un número indeterminado de visitantes, quienes no fueron registrados.

Era un secreto a voces que el manejo de Machu Picchu es un desorden completo, pero faltaban las pruebas. Estamos ante un círculo vicioso que nadie se ha atrevido a romper y en el que todos los involucrados tienen responsabilidad: El Ministerio de Cultura, el Minam, el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), los municipios de Urubamba (provincial) y Machu Picchu (distrital), el gobierno regional, los empresarios turísticos y el gremio que los representa (Canatur).

Y aunque se trate de uno de los destinos más admirados del mundo, su manejo se encuentra sumido en la informalidad, como da cuenta la Contraloría. Es claro que la solución de esta crisis necesita un liderazgo, que lamentablemente hoy no existe. Los titulares de los tres ministerios involucrados tienen el deber de encabezar la reestructuración de la administración de la ciudadela. La tarea será ardua, pero el riesgo de perder Machu Picchu es más grande.

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