El laberinto de los automóviles

Redacción Gestión

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OPINIÓNCarlos Casas TragodaraJefe del Departamento de Economía de la Universidad del Pacífico

Cada uno de nosotros está cada vez más impactado por el caos vehicular que se aprecia en las principales ciudades del país y especialmente en Lima. Los tiempos de traslado en los últimos años se han incrementado considerablemente, los niveles de contaminación también están aumentando y la costumbre nacional de tocar el claxon hace que en algunas esquinas de la ciudad nos coloquemos al borde de un colapso nervioso. De lo que estamos hablando desde el punto de vista económico es de externalidades que en este caso son negativas. Las personas pierden demasiadas horas en trasladarse a sus centros de trabajo, en algunas zonas el aire es irrespirable y la contaminación sonora va en aumento, y esto a pesar de las campañas municipales en contra del uso del claxon.

Conceptualmente, para corregir una externalidad lo indicado es establecer impuestos. ¿Por qué esta recomendación? La respuesta es que quien compra un bien solamente toma en cuenta el bienestar que obtiene sin tomar en consideración el costo que les puede generar a los demás. De los bienes que estamos hablando en este caso es de los vehículos. Con el crecimiento económico, los niveles de ingreso se han incrementado considerablemente en zonas urbanas y lo que se observa es que las ventas de vehículos vienen superando récords en los últimos años.

Eso lo tomamos como un signo de prosperidad, lo cual es cierto, pero, como es una costumbre nacional, no tomamos en cuenta los costos que se generan. Esto nos debe llevar a pensar en el rol que debe jugar el Estado en este caso. Hablamos del Estado en general, y dado que la regulación del transporte urbano es una competencia municipal no queremos entrar en este campo con lo enrarecido del debate debido a que está en marcha la revocatoria.

Sin embargo, sí podemos analizar el rol que puede jugar el nivel nacional en este campo. Las personas responden a incentivos y lo que tenemos ahora es que con la apreciación del sol y el incremento de los ingresos han hecho que los autos se abaraten y por ello las ventas han aumentado. Formas para corregir ello pasan por establecer el pago de tributos (como las patentes vehiculares en Chile) a la que estén sujetos todos los vehículos y podría pensarse en que el monto de este tributo podría ser creciente en el tiempo con el fin de estimular la eliminación de vehículos muy antiguos. Otra alternativa es que se amplíe el plazo del pago del impuesto al patrimonio vehicular (que ahora es de tres años) a un plazo más largo. Desde el punto de vista tributario, el ISC a los combustibles es una herramienta importante que debe tener como objetivo encarecer aquellos que son los más contaminantes. Estas son medidas que permitirán corregir las externalidades.

Sin embargo, el gran problema es de infraestructura de transporte urbano. Hablamos de brechas de infraestructura a nivel nacional con respecto a carreteras, pero debemos considerar que en las ciudades hay mucho en qué invertir. Ello pasa por tomar a nivel nacional proyectos emblemáticos que mejoren el transporte urbano masivo, tales como la construcción de trenes subterráneos, "metropolitanos" y obras de infraestructura mayor que ahora necesita Lima pero que después serán necesidad de muchas ciudades. Acá el rol del nivel nacional debe estar en crear mecanismos viables y efectivos de APP para lograr atraer la inversión privada y cerrar las brechas urbanas que crecen de la misma manera en que crece el tiempo que tomamos para llegar a nuestros trabajos.

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