Incomprensible ausencia

Redacción Gestión

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Enrique Castillo P.PERIODISTA

Haría bien el Primer Ministro –en lugar de decirle a los medios de comunicación sobre qué ocuparse, y qué difundir y qué no- en conversar periódicamente con los miembros de su Gabinete, para enterarse sobre lo que piensan y sobre lo que van a decir en el Congreso de la República. Así no tendría que salir posteriormente a tratar de enmendarles la plana públicamente, como ha ocurrido con el ministro del Interior, quien, con realismo y responsabilidad, ha dicho lo que la situación y los hechos concretos hacen temer.

Hablar con la verdad, actuar con realismo y ser consciente de los riesgos no significa hacer una novela. Silenciar, negar o tratar de modificar la realidad como lo de la Operación Libertad, la situación de los llamados pioneritos o Ranrapata si lo es. Romper o esconder el termómetro para que nadie sepa que se tiene fiebre, que se está enfermo, no cura ni alivia el mal. Por el contrario, lo empeora, nos hace más vulnerables y, sobre todo, más inconscientes de una realidad que se abre ante nuestros ojos con hechos concretos, porque el secuestro de los trabajadores, la extorsión a la empresa, el éxodo de los trabajadores y la destrucción de los tres helicópteros en la zona de La Convención, no son invenciones ni ciencia ficción.

El Primer Ministro en realidad, ya nos tiene acostumbrados a ciertas desconcertantes frases, como aquella de que prefiere que los problemas salgan uno por uno, en un país como el nuestro y siendo Jefe del Gabinete. A lo que no estábamos acostumbrados era a tener gremios empresariales y directivos, que frente a situaciones tan singulares y preocupantes (la situación de la inversión privada, la eventual crisis energética, el terrorismo, el narcotráfico, la inseguridad ciudadana) mantengan una actitud ausente, silenciosa y de perfil bajo, como si las cosas que ocurren o pudieran ocurrir no les importase o no les afectase, como si tuvieran algún tipo de compromiso para no pronunciarse, para no hablar, como si con lo que tienen ya fuera suficiente.

No podemos taparnos los ojos, la crisis de representatividad no solo está en lo político, también está en lo gremial y empresarial, donde muchos parecen un grupo de desconcertadas gentes.

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