La Cumbre y el vaso

Redacción Gestión

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Alejandro DeustuaInternacionalista

En la perspectiva del vaso medio lleno, la 6ª Cumbre de las Américas no ha fracasado porque logró acuerdos sectoriales (integración física, pobreza, gestión de desastres, acceso tecnológico, seguridad ciudadana o evaluación de la lucha contra las drogas) publicados por la Cancillería colombiana. Pero la ausencia de una declaración conjunta, instrumento esencial de este tipo de reuniones, muestra la dimensión del vaso medio vacío del que hoy no bebe el sistema interamericano.

Ello muestra que las relaciones bilaterales de países latinoamericanos con Estados Unidos seguirán siendo más importantes que las hemisféricas. Estas últimas no solo están perdiendo su fundamento institucional (la OEA), sino que su alternativa, el proceso de cumbres iniciado en 1994, tiende a la irrelevancia por voluntad colectiva.

En este caso, la exigencia de consenso sobre una causa anticolonial y un remanente de la Guerra Fría han sido los innecesarios focos del disenso. Pero solo uno –el problema cubano- fue la condición imposible que las partes suelen plantear cuando desean quebrar una negociación.

Si el apoyo latinoamericano a la causa de Malvinas no es absolutamente incompatible con la posición norteamericana sobre la dimensión bilateral del problema (aunque, en los hechos, no supera la importancia de la relación especial transatlántica), el caso pudo tratarse de otra forma. Pero, la exigencia de la participación de Cuba en las cumbres hemisféricas sin una demanda de apertura del régimen totalitario castrista metió a la cumbre en un innecesario callejón sin salida.

Si los latinoamericanos conocen bien las obligaciones de la Carta Democrática, su deseo de patrocinar la causa cubana sin referir siquiera la lerda evolución económica de la isla fue un retorno al pasado que, más allá del inservible bloqueo, no favorece la esperanza de libertad que brinda a los cubanos la edad de sus gobernantes. Menos aún cuando la suspensión cubana de la OEA ya ha sido levantada solo para ser despreciada por el señor Castro.

Como un buen número de países de la región no querrán caer nuevamente en la trampa caribeña que incrementó la fricción hemisférica en el siglo pasado, estos fortalecerán la relación con Estados Unidos como acaban de hacer el Perú y Brasil bajo diferentes condiciones.

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