La convergencia entre minería y agricultura

Redacción Gestión

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OPINIÓNDaniel CórdovaPRESIDENTE DELInstituto Invertir

Desde hace un año, el Ministerio de Agricultura y el Instituto Invertir venimos desarrollando lo que podría significar un "punto de quiebre" en la relación de la minería con el mundo rural a través del Programa de Convergencia entre la Minería y la Agricultura (Agrominas).

La idea surge en el contexto de una nueva realidad global. Una realidad cultural que en el Perú se ha manifestado con particular fuerza en contra de las industrias extractivas. Una realidad en la que la población se ha empoderado y participa más de las decisiones de inversión a través de talleres y audiencias públicas. Una realidad en la que las empresas deben estar preparadas para conectar con su entorno con transparencia y agilidad.

En este nuevo contexto, los proyectos extractivos son cuestionados principalmente por su aparente o real impacto ambiental y sobre todo hídrico. Y, por supuesto, porque no se percibe cómo así la población afectada se podrá beneficiar de la extracción de mineral.

Ese fue el caso de Tía María, en Arequipa, y de la ampliación de la planta concentradora de Toquepala, en Tacna, que afectaron a Southern Perú. La población, liderada por sus autoridades, se opuso en principio a dichos proyectos y Southern tuvo que detenerlos por mandato de la autoridad nacional. El camino hacia la solución, para el caso de Toquepala ha empezado a través de mesas de diálogo dirigidas en forma democrática y profesional por el Ejecutivo, bajo el liderazgo de la Unidad de Diálogo y Sostenibilidad de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM). Un primer resultado ha sido la firma de un acuerdo con la provincia de Candarave, la cual, por los defectos de la ley del canon, recibe pocos recursos por dicho concepto. Y ahora mismo se está entrando en la recta final en la mesa de la provincia de Jorge Basadre, así como con los acuerdos de inversión con el Gobierno Regional.

El acuerdo de Southern con Candarave prevé 250 millones de soles de inversión social para esta provincia. Esto básicamente para proveerla de agua para consumo humano y riego (presas, obras de saneamiento e infraestructura de riego). A esta suma se agregarán montos importantes de los programas Mi Riego y Agroideas del Ministerio de Agricultura.

El equipo de consultores contratado por Southern está colaborando codo a codo con los alcaldes para lograr expedientes y licitaciones en tiempos récord a fin de ejecutar el Fondo de Candarave de Southern, pero también las obras públicas que, como en todo el país, se detienen entre aprobaciones y permisos. Se ha puesto así en evidencia una solución general para destrabar la inversión pública: tercerizar la elaboración de expedientes técnicos con financiamiento privado o multilateral a consultoras debidamente acreditadas.

La lógica del programa es la de los negocios con "la base de la pirámide", recogiendo conceptos como el de "valor compartido" de Michael Porter. Toda obra de riego o asistencia productiva va de la mano con inversiones agroindustriales modernas que el propio proyecto fomenta.

Desde un punto de vista productivo, se trata de pasar del boom gastronómico al auge agroindustrial. Desde un punto de vista social, implica dejar de lado el asistencialismo de los pequeños proyectos para pensar en una inclusión del campesinado a la modernidad, mediante su conexión con el mercado.

Y en un mismo movimiento, consolidar la validación política de los proyectos mineros haciéndolos converger con los intereses de la población rural.

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