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Algo más que medio ambiente

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Define tu estrategia

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Hacia una producción circular

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La sostenibilidad ya no es una opción, es una necesidad para el planeta y una obligación que imponen los gobiernos y los propios consumidores. Lo bueno, es que hay muchas facilidades para ser sostenible: consultoras especializadas y tecnología (algunas, muy buenas y gratuitas) para trazar la hoja de ruta. También ayudas públicas, para que ser sostenible no sea un problema de cartera. Y startups que con sus soluciones hacen más fácil transformarse en negocios sostenibles a empresas de todos los sectores, según el portal .

Para simplificar el proceso de transformación, os proponemos empezar el camino centrándonos en dos vías: una, siguiendo como hoja de ruta los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) marcados por la ONU, que consisten en 17 retos para proteger el planeta y mejorar la vida de las personas en todo el mundo. Dos, echar mano de tecnología que ayude a medir el impacto de tu negocio y buscar fórmulas para reducirlo.

Algo más que medio ambiente

Los ODS ayudan a comprender perfectamente lo que es la sostenibilidad en toda su acepción y salir del corsé de entenderla exclusivamente como cuidado del medio ambiente. “La sostenibilidad es algo transversal, no es solo para las industrias que contaminan. También las empresas de servicios tienen una responsabilidad, así como la administración pública y los individuos», explica Cristina Sancho, project manager de sostenibilidad de Impact Hub.

«Nosotros, por ejemplo, que somos un coworking, tenemos implementados sistemas de ahorro en el consumo de agua, una gestión de los residuos que garantiza su reutilización… Si se organiza un evento en nuestras instalaciones, ofrecemos la opción de que sea sostenible compensando emisiones, buscando proveedores de catering sostenibles, botellas de agua reciclables…”, añade Cristina Sancho.

En definitiva, es una forma de gestionar un negocio que pueden abordar empresas y autónomos de todos los sectores. Y para ello hay que pensar en la sostenibilidad como una estrategia que incluye tres patas: la medio ambiental, la social y la gobernanza.

“La parte social se refiere a todo lo relacionado con tus empleados (políticas de conciliación, flexibilidad horaria, igualdad…) y con el impacto que tienes en la sociedad al realizar tu actividad. La parte ambiental busca frenar el cambio climático, con prácticas de economía circular, etc. Y la gobernanza es la parte de cómo se dirige la empresa, cómo se definen estrategias y cómo se establecen objetivos y metas para seguir avanzando”, continúa Cristina Sancho.

Tecnología para evolucionar hacia negocios sostenibles

La tecnología es imprescindible para gestionar la sostenibilidad y en el mercado existen muchos softwares que permiten medir el impacto de las organizaciones, además de conocer si las estrategias marcadas para reducir ese impacto están siendo efectivas.

Una de estas herramientas es APlanet: “Ayudamos a gestionar, reportar y analizar toda la información relacionada con la sostenibilidad, lo que se suele llamar información ESG (del inglés, environmental, social and governance) o ASG en cuanto a los datos ambientales, sociales y de gobernanza. A través de nuestra plataforma las organizaciones automatizan los procesos de recopilación y consolidación de estos datos, en toda su estructura de organización o bien en su cartera de clientes», apunta Johanna Gallo, CEO y cofundadora de APlanet.

«Dependiendo del tipo de empresa que sea. De esta manera disponen de información de calidad, por ejemplo, para realizar auditorías después o para compartirla fácilmente con sus grupos de interés, o para poner en marcha objetivos o acciones que tengan un impacto positivo”, añade Gallo.

Son, en definitiva, herramientas que ayudan a que la sostenibilidad forme parte de la columna vertebral de la empresa. Y no una pequeña parte para presumir de que hacemos algo por el planeta.

“Que la sostenibilidad esté en sus estrategias significa que cada vez que tienen que tomar una decisión estén presentes los criterios sostenibles: sociales, ambientales y/o de buen gobierno. Hay que empresas que lo hacen como un valor diferencial en el mercado y otras forzadas por la regulación de leyes, por la presión de grupos de interés, por la presión de inversores o de su cadena de suministro…».

«Hay muchos motivos, pero muchas se encuentran con que no saben por donde empezar, qué datos analizar y mucho menos como reportar todo eso. La tecnología lo facilita. Permite gestionar toda esa información que muchas veces está dispersa, analizarla, sacar conclusiones, ponerse objetivos, diseñar acciones y ver cómo va evolucionando la organización, ver los puntos de impacto positivos y de impacto negativos que hay que mitigar…”, comenta Gallo.

Por ejemplo, “si quiero saber cómo está la igualdad en mi empresa, qué tipo de contrataciones estoy haciendo, o qué planes de desarrollo tengo de los empleados, o qué tipo de contratación de proveedores tengo, todo eso lo puedo unificar en una sola fuente de información. Al tener esa información, sé donde estoy, sé qué valores tengo ahora para cada uno de estos datos y me puedo poner objetivos a futuro».

«Si estoy en un valor de 5 en el número de proveedores con los que tengo criterios sociales a la hora de contratar, y eso representa el 30%, puedo plantearme subir al 80% y lo voy midiendo en su evolución con el tiempo. Puedo analizarlo de forma global, o ver cada uno de los departamentos, cada una de las sedes… También ver la correlación que existe con otros datos: al contratar más proveedores de carácter social cómo van mejorando los aspectos medioambientales”, continúa la CEO de APlanet.

Algunas de estas herramientas son aplicables a empresas de todos los tamaños y todos los sectores. Otras, son específicas para la gestión de negocios concretos: por ejemplo, para pymes de moda, la plataforma española Bcome. Y otras, están pensadas para empresas de pequeño tamaño, como Actúa Sostenible, de Impact Hub, “con la que junto con la autoevaluación ofrecemos una serie de recomendaciones, ajustadas a las pymes, que no requieren de grandes recursos ni grandes inversiones para ir dando pasos en el camino a la sostenibilidad”, comenta Cristina Sancho.

También puedes utilizar para tu autoanálisis herramientas gratuitas y pioneras en el mercado de la sostenibilidad, como Evaluación B Impact Assessment, de Bcorp, que ayuda a medir cinco áreas de mejora en las empresas (gobernanza, trabajadores, comunidad, medioambiente y clientes) y SDG Action Manager, la herramienta gratuita de Naciones Unidas para medir los ODS.

Define tu estrategia

Tras el análisis de cada negocio, tocará diseñar una estrategia propia. Puede ser trabajando las tres patas de la sostenibilidad, una sola o dos de ellas. Se trata de ir avanzando poco a poco sin dar un giro de 180 grados a tu negocio. Y para ello puede facilitar tener en cuenta a qué nos dedicamos. No será igual la estrategia de sostenibilidad de una empresa de servicios, que la de un comercio online o la de una fábrica de automóviles.

“Lo habitual es que las empresas más maduras en la ruta por la sostenibilidad trabajen las tres patas (medioambiental, social y gobernanza) pero dependiendo del sector se puede buscar una cierta especialización. Por ejemplo, un banco, que a lo mejor no tiene una huella física muy fuerte porque su actividad es principalmente online, se va a preocupar más por la parte social. Y si se preocupa más por la parte medio ambiental no lo hace desde su impacto, sino en cómo ayudar a otras empresas».

«Por ejemplo, con productos financieros como los bonos verdes. En cambio, las empresas más industriales o que tengan una huella mucho más fuerte a nivel físico porque tienen un proceso de fabricación suelen dedicar más tiempo a la parte medio ambiental y menos a la parte social, aunque cada vez hay más consciencia sobre donde se fabrican las cosas, y qué impacto genera en una región o en cierto colectivo”, comenta David Alayón, CFO de Innuba.

Y añade: “Ahora se está hablando ya de un paso más de la sostenibilidad que es ser regenerativo. Es el paso que están intentando cruzar ya muchas empresas. Ya no es solamente que Ikea sea sostenible en cuanto a recoger materia prima para fabricar muebles y venderlos o incluso que esos muebles los meta en un proceso de fabricación circular para reutilizarlos, sino que allí donde recoge la madera, por ejemplo, replante árboles”.

Hacia una producción circular

Cuando se busca mejorar la sostenibilidad de empresas industriales “toca analizar cómo están produciendo sus bienes y servicios, buscar los puntos de fuga en toda la cadena de valor: desde la consecución de los materiales, la producción, la distribución, la venta, el consumo del propio ciudadano y el final de vida. Encontrar los puntos de fuga y proponer alternativas que podemos desarrollar nosotros o buscar al colaborador con el mayor potencial y trabajar juntos para que reintroducir materiales y cerrar un círculo y que lo que a mí ahora mismo no me está generando valor se lo pueda generar a otro”, comenta David Ceniceros, fundador de Sustainned.

Aquí sí, la búsqueda de la sostenibilidad puede llevar a nuevos modelos y oportunidades de negocio. “Podríamos hablar, por ejemplo, de cambiar el modelo de explotación de un negocio que consistía en vender una unidad más para generar más ingresos, por un sistema casi de alquiler, lo que ahora se llama product as a service, que busca que los productos tengan una duración mayor, se apueste más por la reparación, por diseñar otras alternativas de uso y que así se fabrique menos o no sea necesario producir una unidad más».

«El objetivo es que los productos estén el mayor tiempo posible en circulación, para maximizar su vida y diseñar estrategias que nos permitan encontrar quien pueda darle una segunda vida a ese producto que ya no cumple unas condiciones”, continúa David Ceniceros.

Cambios en la forma de producir que se pueden convertir en nuevas fuentes de ingresos para las empresas. “El objetivo es que la economía circular no sea una forma de compensar, sino que sea un cambio de paradigma completo y que nos permita generar negocios sostenibles y que también sean económicamente viables. Cambiar la forma de producir buscando rentabilidad en todas las etapas del proceso”, continúa Ceniceros.