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Startups

Durante los primeros días de un nuevo año acostumbro a reflexionar sobre lo más relevante que he aprendido o he perfeccionado durante los meses pasados. Esta vez tengo la agradable sensación de haber dado una vuelva de tuerca más -aunque no la definitiva- a mi reto de mapear en mi mundo no industrial, mi mundo de servicios a empresas al estilo Las 7 fuentes de despilfarro de Taiichi Ohno de Toyota.

Este especialista se dedicó a identificar el despilfarro en su contexto industrial, con fábricas de grandes superficies, maquinaria, células de producción, mucho personal y producción a gran escala. Todo ello con el objetivo de reducir el Lead Time, es decir, a maximizar la calidad y mejorar el tiempo que pasa desde que se recibe un pedido hasta que se entrega el producto.

Pero el despilfarro es omnipresente, no importa si generas productos físicos, eres abogado, tienes un comercio o diseñas software. Si hay defectos en la entrega de valor, cualquiera sea su forma, se producirá alguna clase de despilfarro. Y, en algunos casos, ese desperdicio puede derivar en pérdida de clientes o de reputación empresarial.

No me estoy refiriendo al despilfarro evidente generado por malas estrategias, como el que puedes tener con una campaña de marketing que no se debería haber hecho o las consecuencias de diseñar una propuesta de valor que no tiene mercado. Me refiero al desperdicio invisible generado en tu día a día, en tu oficina, con tus procesos internos ejecutados por tu equipo.

Lo he resumido en 5 creencias.

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