María José Caro
Uno de los recuerdos futboleros más gratos que tiene la narradora María José Caro es jugar a los penales con su hermano y su padre.
La creadora de “¿Qué tengo de malo?” creció en una familia de hinchas del Alianza Lima y por cábala prefiere no vaticinar resultados en el fútbol cada vez que le preguntan.
Recomienda leer “El fantasista”, del autor Hernán Rivera Letelier. “Trata de un partido de fútbol entre trabajadores de salitreras durante la dictadura de Pinochet. En ella, el fútbol es una ruta de escape y un ajuste de cuentas”.
Sergio Galarza
Al escritor Sergio Galarza no le interesó mucho el fútbol hasta que se enteró que su colegio tenía una selección de ese deporte. “Luego de una primera convocatoria de 50 niños, el técnico eligió a los 22 del equipo”, cuenta. “Ese día volví a mi casa convencido de que si algo nunca me iba a fallar eran las piernas”, sostiene el autor de “Algún día este país será mío”.
Si se trata de lecturas futbolísticas, al narrador lo gustaron el cuento “Hombre de punta” de Jorge Asís y “Fiebre en las gradas”, de Nick Hornby.
Luis Jochamowitz
“Fui un jugador entusiasta, pero apenas mediocre”, recuerda el periodista Luis Jochamowitz. De pequeño, el autor de “Ciudadano Fujimori” intentaba emular al delantero húngaro Florián Albert, pero muy pronto cambió los chimpunes por la lectura.
Una de sus favoritas es el poema “Polirrítmico Dinámico a Gradín” de Juan Parra del Riego, inspirado en el jugador uruguayo Isabelino Gradín. “Hasta ahora me acuerdo de algunos versos”, señala. “Ágil/ fino/ alado/ eléctrico/ repentino/ delicado/ fulminante/ yo te vi en la tarde olímpica jugar…”, recita.
Katya Adaui
Katya Adaui, creadora del libro de cuentos “Aquí hay icebergs”, fue velocista cuando era chica. “Y de las buenas”, aclara. Iba a veranear y entrenar a un club de Pueblo Libre. Uno de esos veranos, el equipo de Universitario fue a la cancha del lugar. “Los niños los veíamos jugar y bromear rumbo a los baños. Había rigor y camaradería”, rememora. “Tuve una revelación sobre lo colectivo, sobre la ganancia de hacer equipo”, sostiene.
Lo que más le emociona del equipo de Gareca es “verlos jugar a altura del monstruo, sin achicarse”.
Santiago Roncagliolo
El cuento más memorable sobre fútbol que leyó Santiago Roncagliolo fue “Buba”, de Roberto Bolaño. “Es una historia sobre el miedo al fracaso”, apunta el autor del “Los peores partidos de mi vida”.
Si hablamos de miedo al fracaso, algo parecido le sucedió como hincha de fútbol. “Lo abandoné a los 12 años. Perú perdía demasiado y mi equipo, el Alianza, se estrelló en el Fokker”, explica. Además, sus padres se estaban divorciando. “Y decidí que no valía la pena sufrir por eso también”, evoca. Sin embargo, nuevamente ha vuelto a confiar en la selección. “Aprovecharé al máximo la oportunidad de creer”.
Rosella Di Paolo
La poeta Rosella di Paolo evoca con cariño las veces que escuchaba por radio o veía por televisión los partidos de la selección con su papá. “Nunca se me irán de la memoria los dos goles que ‘Cachito’ Ramírez hizo en esa avasalladora Bombonera en blanco y negro.
Toda mi familia salimos en caravana de autos a festejar la clasificación a México 70”, recuerda.
Para ella, que la Blanquirroja esté en Rusia ha sido como “un brochazo rojo-alegre sobre nuestro ánimo gris”.
Sugiere leer el poema “Platko” del poeta
Rafael Alberti.
Renato cisneros
Aún recuerda la primera vez que fue al estadio. “Fue para ver un extraño amistoso entre Perú versus River Plate”, señala Renato Cisneros. “Nada glorioso ocurrió en torno a ese partido, pero descubrí la cancha, la sensación de estar de espaldas al mundo, volcado en una realidad paralela”, evoca. “Cuando salí, ya no era el mismo”. Para Cisneros, la relación con el fútbol transciende al fanatismo y la superstición para convertirse en un refugio, algo que comprobó al leer “Fiebre en las gradas”, de Nick Hornby.