Carlos Paredes
Carlos Paredes

Carlos Paredes
Socio de Intelfin y profesor de la Universidad del Pacífico

1 Recibí el año en Caracas, donde constaté directamente la crisis multidimensional que aflige a Venezuela. En el medio de la bonanza petrolera más importante de su historia, el país se ha empobrecido brutalmente. La inversión y la producción han colapsado, no hay trabajo; más bien, hay hambre e inseguridad. La represión, corrupción y arbitrariedad generan miedo; la oposición al Gobierno se ha fragmentado, cunde la desesperanza y se acelera la diáspora de venezolanos por el planeta.

2. Recientemente, Venezuela entró en hiperinflación. Y, aunque suene paradójico, esta puede ser una buena noticia: el fin se acerca. Pronto desaparecerá el bolívar y con ello vendrá el megaajuste.

3. A pesar de que hace más de dos años no se publican cifras oficiales de inflación (¡como si romper el termómetro pudiese terminar con la fiebre!), estimados privados coinciden en que esta habría sobrepasado el umbral del 50% mensual en noviembre y que en diciembre habría superado el 80%. De ser así, los venezolanos estarían sufriendo una inflación más virulenta que la que los peruanos vivimos a fines de los 80.

4. Si bien la inflación siempre refleja una expansión monetaria excesiva, en Venezuela, sin embargo, no hay suficiente circulante. No se puede retirar más de 10,000 bolívares diarios de los cajeros (¡10 centavos de dólar!). La mayor parte de las transacciones se hacen con tarjetas de débito o con transferencias bancarias, pero no todos tienen acceso al sistema financiero. Solo les va quedando el trueque. Ante esta crisis, algunas comunas chavistas han creado su propia moneda (por ejemplo, el “panal”, que circula al interior de una de estas comunidades en Caracas, equivale a 5,000 bolívares) y Maduro –sin entender de qué habla– ha sugerido crear su propia “criptomoneda”…

5. Los 10,000 galones de gasolina de 91 octanos que entran en un camión cisterna cuestan algo menos de ¡40 centavos de dólar!, la octava parte de lo que cuesta un galón en el Perú. Una amiga de mi mujer, al ver un camión cisterna descargando gasolina en un grifo en Caracas, le dijo: “toda esa gasolina vale menos que una bolsa de arroz…”. Échele pluma usted a la magnitud del desequilibrio de precios existente y el tamaño del ajuste que se viene.

6. Y claro, el problema es que, en el país con las reservas petroleras más grandes del mundo, no hay suficiente gasolina; las colas para conseguirla son kilométricas en el interior. Por otro lado, a pesar de contar con la gasolina más barata del mundo, el tráfico ha disminuido notoriamente. La razón: no hay repuestos para los carros. El transporte y el comercio están implosionando; la pobreza y el hambre explosionando.

7. Antes de regresar, almorcé con mi sobrino, él es neurocirujano. Conversamos sobre el desabastecimiento de medicinas, le pregunté: “¿se te mueren muchos pacientes?”. Frunció el ceño y me dijo que sí, “los antibióticos son difíciles de hallar y cuando los encuentran no tienen dinero para comprarlos. Muchas veces, operar equivale a condenar a muerte a mis pacientes y no hacerlo también…”

8. Así las cosas, en el medio de una grave crisis humanitaria y con un Gobierno corrupto e incompetente, la hiperinflación acelerará la reducción del gasto público y terminará de socavar al régimen. Aunque Maduro trate de mantenerse en el poder, al desaparecer el bolívar ya no tendrá cómo financiar este despropósito. El fin se acerca. El mundo debe estar listo para facilitar la transición y amortiguar el enorme costo social y económico que dejará como legado este “Socialismo del Siglo XXI”.