Uber
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En el Hotel St. Regis de Nueva York, los inversionistas en deuda escucharán el viernes lo que se está convirtiendo en un argumento conocido: una compañía de tecnología de alto nivel con un líder carismático pero sin flujo de efectivo real que les pedirá que le presten dinero.

Esta vez es Uber Technologies Inc., la compañía de servicios de viajes privados que ha sacudido el negocio de los taxis en todo el mundo. La compañía está buscando un préstamo de US$ 1,250 millones, según personas familiarizadas con el asunto. Se espera que su nuevo máximo ejecutivo, Dara Khosrowshahi, esté presente entre la alta dirección para explicar a los inversores por qué es un buen negocio.

Y teniendo en cuenta el gasto y la pérdida anual de Uber, a los inversores probablemente se les pedirá que evalúen a la compañía bajo otros parámetros. Uno podría ser su valoración combinada de US$54.000 millones por un grupo inversor liderado por SoftBank Group Corp. Eso la convirtió en la mayor empresa de tecnología con respaldo de capital de riesgo sin cotización bursátil. La gerencia también puede hacer mención de los US$ 4,500 millones en efectivo que la compañía mantenía en su balance a diciembre de 2017, según documentos a los que Bloomberg tuvo acceso.

No sería la primera vez que los inversores se han comprometido en negocios en los que los indicadores de referencia financieros en los que normalmente se basan parecen difíciles de alcanzar. Tomemos el ejemplo de Tesla Inc., cuyo máximo ejecutivo, Elon Musk, emprendió una campaña que ayudó al fabricante de automóviles eléctricos a vender US$ 1,800 millones en bonos en un acuerdo que fue suscrito en exceso. Netflix Inc., que al igual que Tesla también tiene un flujo de efectivo disponible negativo, realizó una venta de deuda en octubre.

La ayuda para los tres es un mercado de crédito ampliamente abierto donde los inversores están ansiosos de obtener retornos después de años de tasas de interés deprimidas.

Un representante de Uber declinó hacer comentarios más allá de la confirmación previa de la compañía con sede en San Francisco sobre el plan de préstamo.

Otro giro en el plan de Uber es que está presentando la deuda directamente a los inversores, evitando la ruta tradicional de usar a los bancos para abrir el préstamo al grupo de prestamistas. Esa es la primera vez en la historia reciente del mercado crediticio y una innovación en la forma en que los prestatarios suelen trabajar con bancos que aprovechan las relaciones con inversores institucionales.

Si bien Uber no tiene un banco que lidere la sindicación del préstamo a los inversionistas, sí cuenta con Morgan Stanley como asesor, dijeron las personas, que pidieron mantener su identidad en reserva dado que los detalles son privados. Un representante de Morgan Stanley declinó referirse a su participación.

El banco con sede en Nueva York lideró la primera incursión de la compañía en el mercado de capital de préstamo para un crédito por US$ 1,150 millones en 2016. En esa ocasión, el banco gestionó la sindicación del préstamo con los inversores.

Lo que hace a Uber atípico para un prestatario de un préstamo apalancado es su falta de ganancias. De particular importancia para los inversores de préstamos apalancados es una medida de la deuda en relación con las ganancias utilizada para medir el riesgo del préstamo.

Con su rápido gasto de efectivo, Uber generó una ganancia pro forma ajustada negativa antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización, o Ebitda, por una suma negativa de US$ 2,200 millones el año pasado, según los documentos. Eso hace que el cálculo de la relación de endeudamiento básicamente carezca de sentido.

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