Redacción Gestión

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"Lehman Brothers declara la mayor bancarrota en la historia de Estados Unidos". De esta manera informábamos sobre el detonante de la más grave crisis de la economía mundial, cobertura que Gestión ya había iniciado casi solitariamente y cerca de dos años antes, la misma que fue además minimizada por un exministro de Economía del Perú.

Sin embargo, esta crisis no fue la primera que cubrimos desde 1990. Para la segunda semana del Gobierno de Ernesto Zedillo, en diciembre de 1994, la bolsa de México había registrado un desplome de 10%.

A los pocos días, el Gobierno mexicano anunció una devaluación del peso y al no poder sostenerlo frente al dólar, optó por su libre flotación. La devaluación espantó a los inversores, que durante la crisis retiraron fondos estimados en 6% del PBI azteca de ese entonces.

Años después, enfrentamos los estragos de la crisis asiática. Los llamados Tigres de Sureste Asiático habían sido muy elogiados por sus altas tasas de crecimiento económico. Pero el flujo de crédito y el fuerte incremento de precios de activos llevaron a una situación de altos niveles de endeudamiento que despertó temores entre los inversores.

Así, en 1997, Tailandia enfrentó un retiro masivo de capitales, lo que la obligó a abandonar su sistema de tipo de cambio fijo en julio de ese año. Ese fue el detonante para una pérdida de confianza en las economías del Sureste Asiático, lo que provocó un desplome en los mercados bursátiles y recesiones en esa región.

Paul Lira, director académico del Campus Monterrico de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), recuerda esa crisis como la ruptura de la cadena de pago, una escasez de préstamos de capital de trabajo, lo que trajo como consecuencia una aguda situación de iliquidez que afectó a todas las empresas, grandes y pequeñas.

Destaca además que la crisis asiática golpeó al Perú, con el resquebrajamiento del sistema financiero, lo que acarreó la quiebra de varias instituciones bancarias (Banco República, Banex, NBK Bank y el Banco Latino). La crisis asiática provocó además un desplome del crudo, lo cual golpeó a los países exportadores de petróleo. Entre ellos, Rusia.

Los menores ingresos que percibió el Gobierno de Boris Yeltsin dificultaron los pagos de las obligaciones internas del Estado, lo que provocó una salida de capitales ante el temor de una moratoria o una fuerte devaluación del rublo. Finalmente, el 17 de agosto, Rusia devaluó el rublo y declaró la temida moratoria de deuda.

Las preocupaciones llegaron a Latinoamérica, especialmente a Brasil y . Las turbulencias obligaron al Gobierno de Fernando Henrique Cardoso a dictar medidas para frenar la fuga de capitales en Brasil. En ese contexto, recibe un paquete de préstamo del FMI comprometiéndose a una férrea disciplina fiscal. Pero ello no fue suficiente.

La fuga de capitales continuó y los temores se dispararon cuando dos estados brasileños anunciaron en 1999 que no podían pagar su deuda. Brasil no tuvo más remedio que devaluar el real para luego dejar flotar al dólar. Se estima que solo entre agosto y diciembre de 1998 Brasil perdió US$ 25,000 millones de sus reservas, mientras que su mercado bursátil se desplomó más de 20%. En el Perú, el PBI se contrajo 0.4% en 1998 mientras que la Bolsa de Valores de Lima perdió un 25%.

La crisis también se sintió en Argentina. Es así que en el 2002 tuvo que poner fin a la Ley de Convertibilidad, que fijaba la paridad del peso al dólar. Para frenar la fuga de depósitos se tuvo que implementar además el llamado corralito , que impedía el retiro de ahorros en dólares.

La medida provocó que los argentinos salieran a las calles a protestar, manifestaciones que dejaron 39 muertos y saqueos que obligaron a la dimisión del ministro de Economía Domingo Cavallo y del presidente Fernando de la Rúa. El nuevo presidente, Adolfo Rodríguez Saá, declararía luego el cese de pago de deuda.

Pero en medio de la crisis argentina se produjo en EE.UU. el ataque terrorista del 11 de setiembre del 2001. Wall Street se mantuvo cerrado por una semana y la Reserva Federal de EE.UU. decidió recortar a 1% su tasa de interés para enfrentar la crisis de confianza. Germán Alexander Terán Samanamud, de la UPC, considera que "el 11-S repercutió directamente sobre el rol de potencia hegemónica mundial que ejercía Estados Unidos tras el fin de la Guerra Fría, lo cual debilita su posición de garante de la seguridad global en materia política, económica, financiera, comercial, militar, entre otros".

Años después, EE.UU. vuelve a estar en centro de una de las más grandes crisis mundiales. El 15 de setiembre del 2008 El banco de inversión Lehman Brothers se declaró en bancarrota tras perder más de 70% de su valor en bolsa. Los problemas de pago de los créditos hipotecarios de alto riesgo, o subprime, cobraban de ese modo su primera gran víctima.

Es así que empezaron los programas de rescate y millonarios planes de estímulo, que hasta ahora se mantienen. Enfatizando la gravedad de la crisis subprime, Daniela Estrella, analista de estudios económicos de Scotiabank, sostiene que si bien el ver los mercados bursátiles al alza puede disfrazar la recuperación económica, lo cierto es que EE.UU. ha experimentado la recuperación más lenta en décadas, por no decir la más lenta desde la Gran Depresión de los años 30.

"Recién en el 2014, luego de siete años del inicio de la crisis internacional, los casi 9 millones de empleos perdidos entre el 2007 y el 2008 fueron recuperados", señala. Pero las turbulencias continúan. A la crisis subprime le siguió la crisis de deuda en la eurozona, una crisis que hasta ahora el bloque no puede dejar atrás.